Capitulo 355

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J: Hala canija.

Me encuentro con mi equipo en la prueba de sonido.

- ¿Qué tal chicos?

Y: Con ganazas de que llegue ya la noche.

- ¿A que si?

Ya: ¿No te has traído a los bichos?

- Que va. Hoy probamos sonido con calma.

Río al igual que mis compañeros.

La prueba sale bien y al acabar me voy a mi camerino, tengo un ratito para descansar antes de empezar a prepararme.

J: ¿Se puede?

Pregunta entornando la puerta.

- Pasa, anda.

J: ¿Cómo estas?

- Bien.

Sonrío agradeciendo su preocupación.

- ¿Y tú?

J: Bien.

Me mira con el ceño fruncido.

J: No se nota que lo estes.

- No me apetece hablar ahora, José.

J: Vale, sabes que me tienes.

Me recuerda, respetando mi silencio.

- Sí, gracias.

J: Oye, estaba pensando...

- ¿Te sientes bien?

Le pico, poniendo mi mano sobre su frente, como si estuviese comprobando que no tiene fiebre.

J: Graciocilla.

Me aparta.

- ¿En que estabas pensando?

J: El concierto de Sevilla.

- ¿Qué pasa?

Es dentro de un par de semanas y creo conocer demasiado a mi hermano como para sospechar cuáles son sus intenciones sin que me lo diga aún.

J: Podríamos...

- No, José.

Me adelanto. Su tono de voz me confirma que tengo razón.

J: Pocos días... a papá le haría muchísima ilusión.

- No.

J: Pero si estáis bien. ¿por que tantas pegas?

- Estoy bien con él, no para quedarme en la misma casa que su nueva familia.

J: Ya no es nueva, Lula...

Suspiro.

J: Y va siendo hora que lo asumas.

- Si lo asumo y también lo acepto, pero no me siento cómoda quedándome allí y no me apetece hacerlo.

J: Por tú cabezonería estas privando a papá de pasar unos días contigo y a las chicas, de tener un abuelo.

- ¿Has venido a hacer daño?

J: No.

Me mira con gesto apático.

J: Pero que la verdad te duela, igual es señal de que tienes cosas que pensar.

Su voz suena a reproche.

J: Replantéatelo.

Propone, aunque más parece una orden.

J: Adri, la niña y yo vamos a partir el jueves, y nos quedamos hasta el martes.

Anuncia dejándome sola y con unas ganas tontas de llorar. Ando sensible de más y todavía me cuesta perdonarle algunas cosas a papá. Que se fuera con su actual mujer es una de ellas.

- Las chicas tienen un abuelo.

Grito sin que me escuche, ya no está aquí. Soy yo la que necesita oírlo, justificándome para que las palabras de mi hermano duelan menos.

- Sergio es un abuelo estupendo.

Esta vez, mis palabras son solamente un murmuro.

Solo el amor nos salvará (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora