Capitulo 354

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Narra Gaby

Salgo del baño y me la encuentro llorando agitada,  hecha una bola sobre la cama.

+ Cariño... hey, mi amor...

La llamo mientras acaricio su espalda, pero no encuentra consuelo y se resiste a salir de allí.

+ ¿Qué pasa, mi vida?

Sigo sin obtener respuesta y empiezo a agobiarme, con suavidad intento levantarla, consiguiendo que se aferre a mí, sin disminuir la intensidad de su llanto.

+ Malú, cielo, ¿Qué pasa?

- Soy una persona horrible.

Confiesa alterada. No se ha apartado de la fortaleza que le he creado y los caudales de agua que brotan de sus ojos han mojado mi camiseta sin tener intención de dar tregua.

+ No digas eso, cariño.

Le hablo con el tono más dulce que puedo, uso varios motes tiernos y no dejo de acariciarla. Sé que ahora lo que más necesita es que la llene de mimos.

+ Anda, cuéntame que ha pasado.

Le pido dejando un beso sobre su cabeza. Por fin me mira, con los ojitos llenos de lágrimas y la carita enrojecida.

- Pastora está embarazada.

Me cuenta.

- Y Almudena también.

Como acto reflejo vuelve a hacer un puchero.

- Y soy una mierda de amiga, que llora por las cosas buenas que le pasa a la gente que quiero.

Con mis pulgares arrastro las gotas de agua salada que emanan de sus ojos.

+ Eres una persona con un corazón tan grande que no sé como te cabe en ese cuerpo tan pequeñito que tienes.

Aseguro y no miento si digo que es de las mejores que he conocido en toda mi vida.

+ Que te duela que tus amigos tengan algo que tú deseas tanto no te hace mala persona, te hace humana.

Su barbilla tiembla y una vez más vuelve a esconderse en mi pecho.

+ Bonita... no llores más...

Susurro en su oído, abrazándola con delicadeza, ahora es tan frágil como un cristal.

+ Que ya vas a quedarte.

No responde, solo derrama lágrimas y yo la contengo mientras ella lo hace. Después de largos minutos sus sollozos van perdiendo fuerza, hasta que solita decide salir de su refugio entre mis brazos.

- Sí que me alegro por ellos.

Se excusa, rota.

- Sobretodo por Pastora, lo estaba deseando hace tiempo.

Me cuenta.

+ Princesa, no necesito tus explicaciones... te conozco perfectamente y sé que te alegras por tus amigos.

- ¿Y por qué yo siento que tengo la obligación de hacerlo?

+ Puede que igual eres demasiado buena y no estás acostumbrada a que no todo de ti sea feliz con lo que hace feliz a los tuyos.

Dejo un mechón de pelo detrás de su oreja. Se le ha escapado de la coleta que lleva, ya más desarmada que otra cosa.

- Eso me hace ruin.

Niego con una sonrisa, enternecido. Si a su edad se enfrenta a esta contradicción tan humana, es porque su corazón es mucho más grande de lo que ella misma es capaz de valorar.

+ No mi amor, eso te hace normal.

Aclaro dejando una caricia en su mejilla y noto como disfruta del contacto.

+ Espérame aquí, que te voy a preparar la bañera para que te relajes y luego te voy a llenar de mimos, ¿vale?

Propongo.

- Gracias.

Dice en un susurro y asiente en un gesto tan leve que es casi inapreciable.

Solo el amor nos salvará (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora