Solo el amor nos salvará (Segunda parte)

Capitulo 284

- Alba, vete al coche.

Le ordeno dejando las llaves entre sus manos.

- Rápido.

A: ¡No, mamá!

- Ahora mismo.

Exclamo autoritaria. Me hace caso, pero en un rápido movimiento la mujer que tengo enfrente coge su brazo con brusquedad, evitando que pueda seguir su camino.

Pa: ¿A dónde te crees que vas? Aquí las reglas las pongo yo.

Las primeras lágrimas no tardan en rodar por sus mejillas.

A: Me estás haciendo daño.

Se queja en un susurro.

- Suéltala.

Pa: Creo que no has entendido...

- Me quieres a mi, no a ella.

Digo sintiendo el dolor que pueden causarle a Alba mis palabras, pero necesito protegerla.

Pa: Te equivocas, las quiero a las dos...

Remarca con tono perverso.

- Suelta a mi hija.

Saco fuerzas de no sé dónde para enfrentarme a ella. Empujo a Alba con vigor hacia mi y me pongo delante suya para escudarla con mi cuerpo, no tengo duda de que Patricia no va a quedarse sin hacer nada, y prefiero que me haga daño a mi que a ella.

Me sorprende cuando aplaude.

Pa: Pero que conmovedor.

Habla con absoluta ironía.

Pa: Mami cuida de su hijita, y saca sus garras para defenderla.

Se ríe maliciosa.

Pa: Esperad... mami no es mami...

Finge un puchero.

Pa: Mami es la novia de papá, que no ha podido tener hijos propios... en cuanto lo consiga, olvídate de ella.

Aconseja a Alba.

Pa: Hará contigo lo mismo que hice yo... abandonarte como a un perro.

Me mira con crueldad.

Pa: ¿Te ha costado embarazarte que te haces cargo de hijos ajenos? ¿O es que Gaby no te folla y solo quiere tu fama y tú dinero?

Cuestiona llena de odio.

Pa: Porque seamos honestas, el maquillaje hace mucho por ti... así, a cara lavada... bueno, yo tampoco de follaria.

A: ¿Por qué haces esto?

Pregunta en un grito desesperado.

- Shhh.

La tranquilizo con una suave caricia en su mano, es lo único que mi posición de escudo delante suya me permite alcanzar.

- Quiero que te vayas de aquí.

Murmuro sin que mis labios puedan ser leídos.

No me espero que la que le dio la vida saque de su espalda un arma. ¡Dios mío!

Pa: Ni se te ocurra moverte.