Capitulo 392

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Narra Malú

- Me quiero ir ya a casa.

+ Quejica, eres una agonías.

- Es que odio los hospitales.

+ ¿Por qué? Con lo bien que se está aquí, súper pegaditos.

Dice gracioso. A mi también me gusta estar así de cerquita, pero preferiría que fuese en nuestro hogar.

- Solo a ti pueden gustarte los hospitales.

A él y a cualquiera de sus compañeros, ser médico es lo que implica.

+ Tu solo ves lo malo, pero se salva a mucha gente por tenerlos. Además, a ti también debiesen de gustarte.

- ¿A mi?

+ Claro... Por si esa memoria de pez que tienes te ha hecho olvidar, permíteme recordarte que nuestra historia también empezó así, tumbados en una camilla.

Sonrío cuando las imágenes empiezan a aglomerarse en mi cabeza. Aquella noche en que nos declaramos nuestro amor llenos de timidez, en que no podía separarme de sus labios ni un minuto, en que estar entre sus brazos era como tocar el cielo con las manos.

- Nunca olvidaría aquella noche.

+ ¿Ves? Fue en el hospital... Cuando lo dejamos, lo arreglamos allí... Y ahora celebramos que vamos a tener un bebé, también en uno.

Me regala una sonrisa preciosa.

- No quiero contarlo aún.

Le pido. El médico que me atendió fue discreto y pidió a José y a Sol que salieran para darme la noticia.

- A nadie.

+ Cuando te veas preparada.

- Tengo miedo a perderle.

Explico el motivo. Por ahora se me hace necesario mantenerlo en un secreto solo nuestro.

+ Ya lo sé.

Me apega más a él si cabe y besa mi frente.

+ Pero eso no va a pasar. Dentro de algunos meses tendremos a nuestro bebé dando guerra día y noche.

- ¿Eso crees?

Pregunto llena de ilusión.

+ Si es un tragón como su mamá, pues no nos dejará ni cabecear unos minutos.

- ¿Te apetece que sea niño, no?

Sonríe en mis labios. Que dulce es su sabor.

+ Me apetece que nazca bien y que tenga una salud de hierro, todo lo demás, me da igual.

- Un guapetón como su padre estaría genial.

+ ¿Si? ¿tú prefieres un nene?

Me encojo de hombros.

- No, que venga sano o sana y ya.

Es lo único verdaderamente importante.

- Cariño.

+ ¿Qué?

- Gracias por hacerme tan feliz.

Le digo honesta. Saberme embarazada del hombre que se adueñó de mi corazón sin posibilidad alguna de devolverlo, recordar los momentos bonitos que hemos vivido desde que empezamos nuestra historia, sentir sus brazos rodear mi cuerpo llenándome de calma... sí, me hace feliz.

+ Tu también me haces muy feliz a mi, pequeña.

Promete estrechándome un poco más. Recuerdo aquella noche en que me acompañó después de la cirugía, lo único que yo deseaba era que las horas fuesen eternas para poder quedarme para siempre junto a él, pero tuvo que marcharse, las chicas le exigían su presencia en casa. Sonrío al vernos aquí, viendo como ha triunfado el amor. Nos encontramos igual que aquella vez, en una camilla, abrazados y yo deseando poder quedarme para siempre junto a él, la única diferencia, es que esta vez tengo la certeza de que así lo haré.

Solo el amor nos salvará (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora