Capitulo 391

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- ¡No, espera!

Escucho su grito desde el pasillo, aún no me ha dado tiempo a alejarme de la habitación.

- Esta bien, voy a cenar.

Se ha levantado y abre la puerta detrás de mi.

- Pero no te vayas.

Ruega. Suspiro y me giro para volver a entrar con ella en absoluto silencio.

La observo llevar cada bocadillo a su boca con pesadez.

- Ya no quiero más.

Me mira buscando autorización, como si fuese una niña pequeña. Me encojo de hombros, supongo que con lo que ha cenado será suficiente. Aparto la bandeja y vuelvo a sentarme en el sofá.

- Gaby, yo lo siento.

+ Está bien, Malú, ya está.

- No, me sigues rechazando.

+ No te rechazo.

- Túmbate conmigo.

La miro apurado. No me apetece.

- ¿Ves como me rechazas?

+ Estoy cansado de aguantar tus borderías, tus brotes de impulsividad, de que la pagues siempre conmigo...

Asiente llena de congoja y se tumba dándome la espalda. Solloza en silencio, solo puedo percibir el llanto porque veo su torso temblar al compás de sus suspiros acallados.

+ Ven aquí, anda.

Me siento en la camilla abriendo mis brazos para recibirla. Sé que está arrepentida de su forma de actuar y aunque metió la pata nadie es perfecto. Además me puede verla llorar, siempre me ha conmovido y especialmente ahora, es un momento para estar juntos y querernos, no para seguir discutiendo.

+ Hey pequeña.

La llamo. Sus sollozos han incrementado y ahora resuenan con fuerza. En un rápido movimiento la tengo abrazada a mi cuerpo, escondida en el hueco de mi cuello. ¡Como le gusta refugiarse allí, y cuánta ternura me produce!

+ Venga llorica, que vas a volver a deshidratarte.

Le digo lleno de cariño escuchando una risita salir de su boca. Con suavidad la aparto de mi y sujeto su cara entre mis manos. Fugazmente cruzamos nuestras miradas y acorto la distancia que nos separa con un beso que me sabe a gloria.

- Perdóname.

+ Vamos a olvidarlo, ¿vale?

- No... llevas razón, siempre acabo por pagarla contigo.

+ Eres un tormento... y muy pesada... pero te quiero.

- No me vaciles ahora.

+ No te estoy vacilando.

- ¿Vas a disculparme?

+ Que sí.

Se lanza a mis labios cual animal hambriento en busca de su presa. Que adictivo es el sabor de su boca. Sonrío como un tonto cuando el oxígeno nos hace separarnos y veo sus labios enrojecidos producto de la pasión.

+ Bonita.

Aseguro recorriendo su boca con mi pulgar.

- Túmbate conmigo.

Lo hago en la estrecha camilla que nos obliga a estar tan pegaditos como a nosotros nos encanta.

+ Enhorabuena, mami.

Acaricio su tripa y la siento estremecer.

- Vamos a tener un bebé.

Me dice con la sonrisa más grande que he visto nunca.

+ Vamos a tener un bebé.

Confirmo antes de volver a sus labios. Es aquí donde quiero quedarme para siempre.

Solo el amor nos salvará (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora