Capitulo 389

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Narra Gaby

+ ¿Qué pasa, José?

Contesto su llamada con algo de preocupación, es muy raro que me llame mi cuñado a estas horas, estarán en la prueba de sonido y nosotros aquí, en vez de acompañándola, disfrutando de la piscina del hotel.

J: Estamos en el hospital, Gaby.

Ahora sí, saltan todas mis alarmas.

J: Malú se desmayó y hemos llamado a una ambulancia. La están examinando.

+ Ya mismo voy.

Pido a mi suegra que se ocupe de las niñas y salgo lo más rápido que puedo rumbo al hospital, sin que la suerte me acompañe. Pillo un atasco de los que deseas maldecir a cada habitante de la ciudad.

Cuando por fin logro aparcar camino con prisa hasta la planta que me ha indicado José.

Jor: ¡Gaby!

Llaman mi atención.

+ ¡Jorge!

Le saludo cariñoso. Estudiamos medicina juntos y se pensó seriamente dedicarse a la anestesia como yo, pero al final, optó por otra especialidad y no nos vemos desde entonces.

Jor: Estoy atendiendo a tu chica y me imagino que es ella la que te trae por aquí.

+ Mira si el mundo no es pequeño.

Jor: Ya lo creo.

+ ¿Qué pasó? ¿Cómo está?

Jor: Ella perfectamente. Tanto los dolores de cabeza como el desmayo han sido producto de una deshidratación que también le han provocado más vomitos, entiendo que las náuseas le han quitado hasta las ganas de beber agua.

+ ¿Fluidos y a casa?

Pregunto aliviado. Sé de que va esto.

Jor: Creo que sí, dentro de unos minutos pasará el ginecólogo y le hará una ecografía para confirmar que el bebé también esté bien, si es así, os podéis ir tranquilos.

+ ¿Qué?

Pregunto atónito.

+ ¿Qué bebé?

Titubeo. Menuda sorpresa que me he llevado.

Jor: No me digas que no lo sabíais.

+ ¿Malú está embarazada?

Jor: Enhorabuena, papá.

La emoción me invade formando un nudo en mi garganta.

+ ¿Ella lo sabe?

Se encoge de hombros.

Jor: Creí que ambos lo sabíais.

Admite en la puerta de la habitación en la que está mi chica. Da unos suaves golpes y entra. Inhalo llenando mis pulmones de oxígeno y lo hago yo también, quisiera haberme enterado de esto y saltar a sus brazos para celebrar en condiciones, pero según nos hemos despedido esta mañana, en nuestra propia guerra fría, declarada por su exagerada responsabilidad, no será posible. Sigo enfadado, y muy dolido. ¿No ve que solo pretendo cuidarla? No merezco esos tratos.

De pie junto a su camilla, me encuentro a un hombre de edad que viste bata blanca. Los ojitos de Malú están llenos de lágrimas y su carita enrojecida. Adivino que el ginecólogo ya le ha dado la noticia.

Solo el amor nos salvará (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora