Capitulo 260

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Narra Gaby

- ¡Que cansancio!

Se queja al llegar a la cama. Yo ya estoy tumbado, apoyado en el cabecero.

- Las ganas que yo tenía de esto.

Dice pastelosa al estar bien acurrucadita en mi pecho. Hace frío y aunque en casa no se siente, no se me ocurre nada mejor que tenerla bien cerquita.

+ ¿Córdoba te ha devuelto mimosa?

- Mimosa y caliente.

Estallo en una carcajada.

+ Si que eres directa, pequeña.

Aseguro aun riendo. Lo es.

- Ya, no te rías.

Se ruboriza.

- Los conciertos me dejan con demasiada adrenalina.

+ Tendré que tenerlo en cuenta.

Digo con picardía, besando la comisura de sus labios.

+ Pero no voy a hacerte mía.

Me río otra vez al ver su expresión.

+ Que me has robado la confianza de Alba, y habrá que castigarte.

Sentencio con sorna.

+ Antes me contaba a mi sus cosas.

- ¿Estas celoso?

+ Puede.

Es coña. Me encanta que confíe en ella. Me da seguridad que se sienta cómoda contándole todo, creo que mi chica tiene el criterio más sensato del mundo para poder guiarla.

- Te diré algo.

Se acerca con actitud mandona a mi oído.

- Te jodes.

Lo hace a posta. Sabe que me hace estremecer, y desde que me ha dicho que quiere sexo mi entrepierna abulta demasiado.

- Ademas, puedo confesarte algo que a tu amiguito le hará poner aún más contento.

Su mirada ardiente está llena de picardía y deseo.

En un rápido movimiento nos hago girar y me pongo sobre ella, sin tocarla, todo mi peso esta sobre mis brazos.

+ Me encantará oír tu confesión.

Aseguró intercalando mis ojos entre los suyos y su boca. Que apetecible se me hace ahora mismo.

- Ayer...

Levanta su cuello para poder alcanzarme, nos saborea a su gusto, y se lleva entre sus dientes mi labio inferior.

- Tenía muchas ganas de ti.

Musita en mi oído.

+ ¿Muchas?

- Muchísimas.

Joder, que calor estoy sintiendo, creo que con nuestros cuerpos podríamos derretir el ártico.

+ ¿Y puedo asumir que has guardado todas tus ganas para que yo pueda llenarte de placer hoy?

Pregunto chulo. Niega avergonzada.

- No he podido aguantar.

Muerde su labio y mi temperatura sube cada vez más. Solo imaginarla me hace perder la cordura.

- Tuve que quitarme las ganas solita.

Admite en un susurro, haciendo que un escalofrío me recorra de pies a cabeza.

+ No te creo.

La reto. Me mira incrédula.

+ Ver para creer.

Sonrío juguetón.

- No voy a masturbarme delante de ti.

+ ¿No?

- No.

+ Pues, buenas noches, cariño.

Dejo un sonoro beso en su mejilla y me quito para tumbarme en mi lado de la cama.

Solo el amor nos salvará (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora