Capitulo 387

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Narra Malú

~ Mami.

Me despierto con la voz de Cami que ha empezado ya el día y viene a recibir mimos a nuestra cama.

- Buenos días, cielo.

Está a punto de darme un abrazo cuando me veo obligada a apartarla bruscamente y correr hacia el baño.

+ ¿Ya?

Me pregunta preocupado. Le he desvelado con la prisa para poder alcanzar el váter y ha estado sujetando mi pelo mientras vomito.

Niego al ser invadida por una nueva arcada.

+ Ten.

Llena un vaso de agua y me lo entrega. Por fin he dejado de hacerlo.

- Vaya mierda.

Me quejo.

+ ¿Quieres tumbarte un rato más?

Todavía tengo tiempo hasta la prueba de sonido. Con la cabeza asiento levemente y camino hasta la cama, donde mi pequeño angelito me mira asustada.

- Lo siento, reina.

Acaricio su mejilla.

- No me encuentro muy bien.

Le explico queriendo apaciguar sus temores.

- Pero ahora descanso un poco y luego se me pasa todo.

+ No sé cómo has podido vomitar tanto si ayer no comiste nada.

Me encojo de hombros.

+ ¿Estas mejor?

- Me sigue doliendo mucho la cabeza.

Protesto.

+ ¿Vas a cantar así esta noche?

Le fulmino con la mirada. Me quiero morir, pero el concierto no se cancela por nada del mundo, eso ya debiese de saberlo.

+ Ven aquí, Cami, nos vestimos y bajamos a desayunar, ¿vale?

~ ¿Puedo comer un gofre?

+ Claro.

La pura imagen me hace querer potar otra vez, pero mi estomago ya no tiene que más echar y solo me quedo con una enorme sensación de asco.

Lucia se despierta a los pocos minutos y también baja con su padre. Solo media hora después mi chico vuelve a entrar a la habitación.

- ¿Las nenas?

+ Con tu madre.

- Vale.

+ Te subí esto, para que comas algo.

Me dice conciliador, enseñándome una bandeja con tostadas, zumo de naranja y unas galletitas.

Es ver la comida y sentir como la bilis hace el recorrido que ensucia la cama y el suelo.

- Joder.

Me quejo con lágrimas en los ojos.

+ Estas fatal.

Limpia un poco y me apega a él, dulcemente.

- Sí.

Admito.

+ Pequeña...

- No voy a cancelar.

Interrumpo colérica.

- Deja te meterte en mi trabajo porque yo no lo hago en el tuyo y no tienes ningún derecho a decir nada aquí, el concierto se hace y no se habla más.

Sus brazos abandonan mi cuerpo al instante, su mirada podría enterrarme ahora mismo y las únicas palabras que salen de su boca antes que el de la habitación son tres:

+ Que te den.

Impregnadas en rabia.

Solo el amor nos salvará (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora