Parte 1

472 8 0
                                    

Nos conocimos en 2007, un día común y caluroso del mes de julio. El día en que mi vida cambió para siempre. Sabía que no volvería a ser ese chico de barrio que era antes. No con ella a mi lado. ¿Y quién es ella? Ella es Laura Montes, la cantante que ocupa mi corazón, la melodía de mi vida, mi razón de ser y mis ganas de vivir. Una chica preciosa, de la cual me prendé desde un buen inicio. Su belleza me hizo delirar y su carácter, más. 1'73 de altura, tez morena, delgada, sin curvas prominentes pero con todo en su sitio, ojos marrones, pelo castaño oscuro. En definitiva, me pareció un bellezón latino de pies a cabeza que ganaba mil veces más en persona y al natural. De la personalidad podría ofreceros una gran variedad pero ya la iréis descubriendo a lo largo de la historia porque es muy compleja.

Ese día, el 17 de julio de 2007, deduje que nada volvería a ser igual. Estábamos en la sede de la discográfica. Todavía me acuerdo del aspecto que presentaba esa gran cantante que a la vez era una caja cerrada, llena de sorpresas y misterios inexplicables que he tardado años en descubrir y aún no sé completamente. Llevaba el pelo largo y liso con flequillo. Un vestido blanco que dejaba entrever la ropa interior negra. Tenías que agudizar mucho la vista para observarlo pero la repasé de tal manera, que lo vi. La encontré muy recuperada de sus recientes rupturas: David y Álex.

-Ella es Laura Montes, a partir de ahora eres su guitarrista - habló alguien. Creo que era Fran, el jefe.

-Encantada de conocerte, Javi - mi nombre salido de su boca me deshizo. Me dio dos besos que me parecieron el gesto más bonito del mundo.

-Estarás en todos sus conciertos, eventos, galas... - seguía Fran - Empiezas con una gala benéfica el domingo que viene.

No me enteré de la mitad, sólo noté que una carpeta llena de partituras caía en mis brazos.

-Para el domingo Te vi - dijo Laura.

Asentí y la vi marcharse. Yo sé que ella no quería provocar pero su ligero movimiento sensual al caminar, provocaba de todo menos pena.

"¡Qué culito tan bien puesto!"

Con la información del evento dada, desfilé hacia la puerta y hacia la cafetería de delante. Entré en el baño y vi que tenía una mancha en el bóxer que por suerte no traspasó a los pantalones. Me había corrido y lo más fuerte es que era por Laura Montes. Había tocado con Núria Fernández, una compañera de profesión, pero ella no me atraía. Laura, sí. Mucho. Aquel primer domingo a su lado fue mágico y amargo a la vez.

-Llámame Laura - dijo con una sonrisa cuando la llamé 'señorita Montes'.

Su voz de cerca era (y es) una delicia para mis oídos pero también me llevé el chasco pertinente.

-Es guapo ¿no? - oí que le preguntaba su representante sobre mí. No sé qué gesto hizo - Sal con él.

-No saldré con él. Vale, es guapo pero David sigue en mi mente - y golpe bajo para un servidor.

-Ay Laura, David, David, David es el pasado y agua pasada no mueve molino.

-Igualmente, no. Más adelante, dios dirá, pero no creo. Necesito recuperarme.

Su representante se llamaba Ágata. Esa mujer tenía odio a todos los compañeros, novios y amigos masculinos de Laura. A David, por ejemplo, le privó de dormir con ella durante una pequeña gira que hicieron juntos. A Álex, le hacía mantener lejos de ella durante los intermedios de los conciertos. A su hermano, no tanto. Parecía que al único que aún no había mandado a la mierda, fuese a mí. Me dedicó hasta buenas palabras. Según Laura, con eso ya podría estar contento después de ver como trataba al resto.

Decidí olvidar a ese bellezón en el plano personal lo más rápido que podía. La forma más bestia de hacerlo era con una chica. Cuando ella regresó de estar un mes en Miami, en noviembre de 2007 la conocí. En la gira de Garabato amoroso se la presenté después de que ella me presentara a su nuevo novio, David (tiene algo con este nombre, os lo juro).

Tu amor, a un acorde de guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora