Parte 193

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Javi

-Es puro coco – cuando Núria fue a hablar con David, nosotros pasamos a hablar del cerebrito – y no habla.

-Sí habla, Laurita, poco, pero algo dice, al menos a mí me ha hablado.

-¿Qué le has sacado?

-Poco. A Núria le saqué más. Sólo sé que está loco por ella. No ha soltado ni una palabra más. Y que es de ciencias, completamente. Más que la rubia.

-Es que a Núria se le da bien todo. Escribe genial y la biología y así también le gusta. Las optativas tampoco han escogido las mismas.

-Sí, física y química y biología.

-Pero sólo coinciden en la primera. Porque la hora que Raúl hace bio, Núria hace francés – nos levantamos para caminar.

La abracé tiernamente. Juntos, sin dejar casi espacio entre nosotros, así paseamos. Vimos a los dos amigos hablar. No parecía una conversación muy amistosa. Porque me apetecía, besé a Laura con dulzura. Vaya nochecita nos esperaba. Ambos teníamos ganas de estar solos. Sabíamos que durante la semana, seguramente no nos podríamos acostar a causa del cansancio.

-Hoy hace un año me besaste por primera vez, lúcida – le dije.

-¿Hoy?

-Sí, hoy, es día tres. En Denia.

-Qué día...

-A ver cuando repetimos el juego. ¿Aún tienes ganas de devolvérmelas? – la volví a besar.

-Uhm... quizás.

En el ascensor del hotel, íbamos solos. Estábamos de lado, apoyados en la pared. Discretamente le bajé un tirante del mono. Me miró cómplice y no se lo subió. El otro me quedaba más lejos y las puertas se abrieron. En el pasillo, me coloqué detrás de ella. Deslicé mis manos por sus brazos, acompañando los tirantes hacia abajo. Si no llega a ser porque se sujetó el mono, se le caía, hecho que realizó cuando entramos en la habitación. La atraje hacia mí y la besé. Fue un beso suave, en el que sólo intervinieron los labios. Me quitó la camiseta. Caímos en la cama, abrazados, explorando más allá de unos cuantos besos. Me dejé querer por Laura y ella por mí hasta que fuimos uno solo y acabamos en la cumbre.

Notaba la respiración agitada de Laura. Estaba de lado, pegada a mí mientras yo la rodeaba con brazos y piernas. Le removí el pelo y me miró. Las sábanas revueltas cubrían poco de nosotros. De las dos camas, sólo ocupábamos una.

-A estas horas, hace un año te besaba – murmuró Lau.

-Ya, como olvidarlo.

-Si lo notaste... ¿Por qué no lo devolviste?

-Tenía miedo a tu reacción – se rió tímidamente – Va en serio. ¿Y tú, en el juego, por qué me escogiste a mí?

-¿Está claro, no? Además, con los emparejados no me besaría, Andy ya sabes cómo acabamos y Jesús no es mi tipo. Quedabas tú. Ya tenía pensado besarte a ti antes de que Álvaro me lo dijera. Bastante me reprimí.

-Y ahora no hay quien te frene.

-Anda que a ti...

-Es inevitable. Mejoramos cada vez.

-Practicamos mucho también – nos reímos.

-¿Alguna queja?

-Por mi parte ninguna. ¿Por la tuya?

-Menos.

Sin despegarse de mí, se durmió. La contemplé embelesado, orgulloso de tenerla y de vivir con ella un mundo mágico e ideal.

Tu amor, a un acorde de guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora