Parte 24

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Núria

14 de julio de 2012. A mis 13 años, con mis padres separados y una vida de mierda, sólo faltaba que me dijeran que el mes que pasaría con mi padre, sería con una vecina en el piso de abajo. La casa de la planta baja era una casa a la que yo tenía miedo. Siempre que subía a casa procuraba no mirar la puerta por si de dentro salía algún fantasma. Mi padre me había hecho tortilla de atún para cenar. Sentada en el sofá con aquella mesa de cámping de los chinos que chirriaba cada vez que se plegaba, las palabras de mi madrastra resonaban en mis tímpanos estrepitosamente.

-Es Laura Montes, la cantante. Aquella que tuvo el accidente el mes pasado.

-¿Qué? – grité soltando el tenedor - ¿Qué pinta la Montes en esta historia?

-Coño, Núria, que mañana o pasado se viene a pasar un mes aquí. A la casa de abajo. A ver si prestas más atención.

Dolors, que así se llamaba, me caía fatal. Nos odiábamos mutuamente. Tengo que decir que me invadió la alegría cuando dijo que Laura venía aquí. Ya me diréis que hacía una gran cantante como ella viniéndose a un pueblecito de la Costa Brava, en un barrio de gente de toda la vida, en una casa que estaba en un estado de abandonamiento un poco avanzado y sola.

-La invitamos a cenar el lunes – propuso mi padre entrando en el salón con su plato.

-A saber lo que le gusta a esa – reprochó Dolors.

-Si se la ve muy humilde – intervine – Ya me haré amiga suya.

-Ni se te ocurra molestarla. Viene a descansar – me advirtió mi madrastra.

-¿Y qué hago un mes aquí? ¿Aburrirme? – me quejé.

-Ve a la playa con tus tíos, ve con Lolita a pasear, ayuda a la abuela... hay muchas cosas que hacer pero no estar con Laura.

Odiaba a Dolors. Me prohibía hasta respirar. Las tres cosas que me propuso tenían pegas. La playa con mis tíos acababa siendo un poco tostón porque bajaban antes de las diez de la mañana y yo a esas horas aún estoy sobada. Ir con Lolita a pasear era el mismo paseo siempre. Lolita es la prima de Dolors, tenía una niña de dos añitos y un niño un año menor que yo y vivía delante. Ayudar a mi abuela significaba acompañarla a comprar y pararse cada dos por tres porque se encontraba gente y me confundían con mi prima de 30 años. Que conste que hablábamos en catalán.

*****

El día siguiente había movimiento en el piso inferior. Yo también estaba inquieta. No me podía creer que Laura Montes viniera a Sant Feliu de Guíxols, a la calle Miquel Boera a pasar un mes sin compañía. Por la tarde, Dolors se fue a pasear con Lolita y me quedé en casa con mi padre.

-Quiero que la ayudes a ubicarse. Sé que eres muy fan suya y tal y cual, pero ayúdala. No la agobies pero tampoco la dejes ahí tirada – me ordenó.

-¿Tú la conoces, no?

-La entrevisté hace ocho años en la radio. Tú también estabas aquel día. Eras pequeña. No te debes acordar.

-No – respondí con tranquilidad sentándome delante del ordenador.

Mi padre se marchó al patio y yo me metí en Google a buscar algo de Laura. La seguía en Twitter y Facebook. Siempre ha sido una de mis cantantes preferidas predilectas junto a Chenoa y Merche.

Me marché a pasear con mi madrina y mis primos. Mi madrina, Agnès, es cinco años mayor que Laura y vive en Andorra. Estaba en casa de mis tíos, al lado de donde vivía yo. Es mi prima. Su hija, Judit, de cuatro años, me abrazó y el pequeño Pol, de un añito dormía en su carrito. 

Tu amor, a un acorde de guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora