Parte 12

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Me tomé el último comentario de Laura como un piropo. Álvaro y Salva estaban apoyados en la pared. Cuando Lau vio a su hermano se le borró la sonrisa del rostro y pasó por delante sin mirarlo. La seguimos. Subimos al escenario e hicimos un rato más de prueba de sonido. Salva nos observaba desde las cortinas. Jesús estaba a su lado. Desaparecía y aparecía cuando le daba la gana.

-Faltan aguas - dijo Laura esperando a que algún trabajador la escuchara.

Un hombre repitió la acción en gallego a otro y un paquete de seis aguas de medio litro se depositaron en los brazos de Salva que las dejó en la tarima, entre Laura y yo. En el escenario había un pequeño escalón que era donde estábamos colocados nosotros tres, con los monitores enfrente. Sabiendo que había una pequeña mesa entre los dos, Salva las tuvo que dejar en el suelo y sin separarlas. Nos avisaron que iban a abrir el teatro, así que nos retiramos. Laura y yo cenamos, ya que al estar charlando en el exterior, no lo pudimos hacer cuando tocaba. Bueno, en un principio, sólo comí yo, un bocadillo de atún, que era lo que quedaba.

-Come va - le dije.

Me hizo caso y cogió la mitad de otro bocadillo del mismo sabor que el mío. Álvaro vino a hacernos compañía.

-¿Estás bien? - le preguntó a Laura.

Asintió masticando. Le pasé una servilleta al ver que el aceite le bajaba por la barbilla.

-Diez minutos - anunció Jesús.

-¿Qué? - Laura se alarmó - Si no me he ni maquillado.

-Pero si no lo necesitas - le tenía que devolver de alguna forma el piropo de antes.

-Gracias - me sonrió. No sé si era ironía o no.

Aún con el bocadillo en mano, entró en su camerino y al cabo de cinco minutos salió echa un pincel. Con otros pantalones, un par de horquillas en el pelo y un toque de maquillaje. Su look final se basó en unos jeans blancos ajustados, una blusa turquesa con una chaquetita negra, zapatos de tacón oscuros y el pelo suelto pero con los mechones de delante recogidos detrás, como llevaba haciendo desde hacía unos días pero con la diferencia de que no los llevaba tan recogidos como en otros actos. Jesús la llamó para colocarle la petaca y el pinganillo. Salva se acercó a mí.

-Gracias tío - me dio una palmada en el hombro - La has hecho sonreír.

-¿Duermes tú con ella?

-No me quiere ni ver, quédate tú.

-Lo tenéis que arreglar.

-Cuenta con ello. Se le pasará.

Álvaro me llamó desde el lado de Laura. Salva me deseó suerte y salimos al escenario. Lau no es de esas cantantes que quiere salir antes que sus músicos en los acústicos y firmas de discos. Salimos en orden. Siempre que somos tres o vamos con la banda al completo estoy a mano derecha y me tocó salir el primero. Ella después y Álvaro cerraba la comitiva. El teatro estaba lleno hasta la bandera. A Laura le resbalaba el micrófono de las manos sin haber comenzado. Ese gesto tan impropio de ella era fruto de la tensión con su hermano. De nervios, hay en cada acto pero en Vilalba se multiplicaron y nos los transmitió a nosotros, sobretodo a mí, que era a quien más miraba porque el atril lo suele tener ligeramente dirigido hacia la derecha. A pesar de la inquietud de mi Laurita, el concierto estuvo a la altura de los que llevábamos en la espalda.

A la hora de irnos, nos dieron queimada. Estaba rica. Laura y yo nos la bebimos pausadamente, Álvaro de un sorbo.

-Que bueno está esto - nos decía yendo a pedir más.

Salva se había juntado con Jesús. Llevaban rato hablando al otro lado de la reunión improvisada que se formó alrededor de la queimada con la gente del público. Laura estaba solicitada por periodistas y fans que la reclamaban con fotos y ganas de que hiciera declaraciones, hecho que evitó a toda costa. Un grupo de chicas la rodeaba para hacerse una foto con ella. Laura estaba agobiada, lo leí en su mirada.

Tu amor, a un acorde de guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora