Parte 94

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-¿Creías que me quedaría después de lo que me hiciste? Me quedé casi anoréxica por tu culpa. No comía, no quería salir, tenía miedo de que volvieras a por mí. Estuve teniendo pesadillas a diario y todavía me duran – él abrió los ojos como platos – esporádicamente, eso sí, pero cada vez que una situación de nervios me sobrepasa, las tengo. No es agradable recordarte de esa forma.

-¿Piensas que yo lo he superado? Ya te lo he dicho, no hay día que no lo recuerde y me siento culpable pero me alegro de que seas feliz. Como mínimo, en Manacor, te vi contenta.

-Sí, estoy en una etapa muy feliz de mi vida y yo también me alegro que puedas vivir tan bien, tener una mujer que por lo visto, ¿Os va bien, no? – él asintió – Y que tengas dos hijos y seas un buen padre. No sabes lo que me gusta verte así.

"Por fin cambiamos de pensamiento"

-Y entiendo que a tu mujer no se lo quieras explicar. Yo en estos quince años lo he contado a... - tuvo que pensar – Cinco personas. Una de ellas, una psicóloga – y no, no hablamos de Shaila – Son pocas. Son cosas que cuestan de contar, ¿verdad? – me miró.

-Sí, sí – dije yo.

-No sabes lo difícil que se me hizo decírselo a él – hubo un silencio - ¿Por qué quieres que te perdone ahora y no antes? Soy fácil de localizar.

-En dos meses volveré a ser padre.

"Venga, en dos días, dos embarazos. Si empezamos la promo así, cuando terminemos habremos montado un equipo de fútbol"

-¿Tú también? – a Laura esa pregunta le salió del alma.

-Ah... sí, de un niño – contestó Sam bastante cortado - ¿Estás embarazada?

-¿Yo? – se llevó una mano al pecho en señal de sorpresa – No, no.

-¿Pues?

-Nada, nada. ¿Mantienes relación con alguno de los que formaban el grupo?

-No. Todos tienen sus vidas y viven sin remordimientos de conciencia. Yo no y si esto no termina, mi mujer va a pensar que algo muy grave me está ocurriendo. He pasado noches en vela arrepintiéndome de lo que te hice.

-¿Y piensas que yo no he estado noches despierta, pensando cómo pudiste hacerme eso a mí a sabiendas que mi hermano saldría a defenderme?

-Fue el momento más el alcohol y todo lo que llevaba en el cuerpo que me hicieron delirar. Estaba furioso porque aunque tú sigas pensando que no te quería, me importabas y sabía que no te podía herir porque Salva nos tenía prohibido tocarte. No sé ni cómo me dejó salir contigo.

-Yo le insistí y no debí hacerlo. Pero bueno, dicen que rectificar es de sabios, ¿no? – la esperanza se abrió ante mí como aquel que pisa el paraíso – Borrón y cuenta nueva. Tú eres padre, sigues con tu vida aquí, yo regreso a Madrid, sigo mi vida y si nos vemos, cordialidad y a tirar para adelante. Han pasado quince años.

-Habéis madurado – me atreví a hablar y ambos afirmaron lo que había dicho.

-Hemos pasado los 30 – añadió él – estoy rehabilitado y tengo familia. Tú eres famosa y cada vez que hablas el mundo cae rendido a tus pies.

"Eh, eh, cuidado con lo que dices que esto sólo lo puedo decir yo que soy su novio"

-Tu hermano me perdonó – siguió – Después de estar a punto de pegarme un puñetazo sin saber el verdadero motivo por el que estaba en Manacor.

-Ah, no es por nada pero no me acabo de tragar que no supieras que era yo la cantante y no Chenoa porque había carteles colgados por todos lados.

Tu amor, a un acorde de guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora