Parte 28

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Al terminar David que se marchó a jugar de nuevo. Laura, que se había colocado estrategicamente para que la viera, me pasó el brazo por el cuello y volvimos al banco.

-Núria – la otra Laura me hizo girar la cabeza - ¿Bailas la siguiente?

-No, no.

Me iban a gastar el nombre. Todo el mundo me preguntaba. Mi padre ni se había acercado a mí. Seguía riendo con sus amiguitos. Fuimos a ver a mi abuela antes de sentarnos. Lau no estaba segura de que aguantara sin llorar, por eso me acompañó.

-Ay niña, que bonito has bailado – me dijo - ¿Tú no bailas? – le preguntó a mi colega.

-No sabría ni como ponerme – le respondió con una sonrisa.

-¿Queréis algo para beber?

Negamos y nos fuimos al banco, al fin. Nadie más nos volvió a parar. Me senté tal y como estaba antes. De espaldas al bar. No quería que mi abuela me viera.

-Yo te entiendo mucho – me dijo Laura – Porque yo también tenía una madrastra así. Puede que no tanto pero poco le faltaba. No puedes callártelo. ¿No se lo has dicho ni a tu madre?

-Mi madre sabe algún comentario que me ha hecho. No se lo quiero decir.

-¿Vas al psicólogo?

-Iba pero era por la separación de mis padres. No he vuelto en cinco años. Así es imposible seguir – una lágrima se depositó en el bajo de mi mejilla – Yo espero pasar este mes con tranquilidad.

-Este mes estoy aquí. Yo si veo algo sí que se lo diré a tu padre.

-No, no, no – le rogué.

-Nurieta, esto es grave. Tú no puedes llegar aquí y enseñarme que tienes la espalda marcada por su culpa. Decirme que te insulta y te hace sentir una mierda. Porque te quedan más de tres semanas por convivir con ella. Que te hacen un caso limitado, no nos vamos a mentir, pero Dolors no es nadie para tratarte así. No es tu madre. Su autoridad encima de ti tendría que ser la misma que tengo yo, o sea, nula.

-Bueno si tú me mandas, te haré caso.

-Ya me has entendido. Los que te tienen que obligar a algo son tu padre y tu abuela. O tu tía si ellos no están. Dolors tiene un hijo al que por lo que he visto tiene bastante descuidado – le di la razón – y si a él no lo regaña, es que es una mala madre. Porque con todo lo que hace, es para pegarle un buen rapapolvo.

-Es muy consentido. Se lo permite absolutamente todo. Se puso debajo de la litera mientras me cambiaba el año pasado y ni le dijo porque lo hacía. Yo no sé qué le he hecho a Dolors para que me haga este papel. En serio, me porto bien. Tengo carácter porque soy capricornio, mi madre es dura de pelar, lo he heredado y me reboto contra muchas cosas pero no tengo ni idea de por qué es tan cruel conmigo.

Mientras hablábamos, me iba relajando y sólo me quedaron las manos temblorosas y la voz entrecortada. Las lágrimas habían cesado. La tercera sardana seguía sonando. Dolors no bailaba. Mi padre sí. Mi madrastra se iluminó y su luz la dirigió hasta nuestro rincón.

-¿No te he dicho que bailaras? – me preguntó con mal tono.

-Tú no eres nadie para decidir por mí – le rebatí.

-Castigada sin móvil.

-Serás idiota – dijo Laura entre dientes. No la oyó.

-A saber la de mentiras que te habrá explicado – le comentó.

-Me ha contado la verdad – le contestó mi amiga con frialdad – Y a ver si la comienzas a tratar como a una persona ¿eh?

-¿Pero tú qué cuentas? – me amenazó con la mano.

Tu amor, a un acorde de guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora