Parte 18

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La semana Santa acabó de la peor forma posible. Con Yaiza en Madrid, peleada conmigo por algo que no sabía, Laura en Menorca y Carlos en Alcorcón. Ya había coincidido con él algún día porque no vivía lejos de mí. Era muy incómodo verlo.

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Ya había pasado una semana desde el domingo de Pascua. Era sábado y teníamos concierto en Pamplona. Maika venía con nosotros. La historia de los tres días de Laura con su familia política me seguía pareciendo muy graciosa.

-No tienes cara de tener un niño - le dijo la novia de Álvaro desde detrás, donde iba con su amor besándose - Bueno, depende de quién tengas al lado. Con Carlos a lo mejor. Pero por ejemplo, si ahora Javi y tú - ambos empezamos a toser exageradamente - Tranquis, tranquis, es sólo un caso muy hipotético. Si tuvierais un hijo, sería niña porque juntos tenéis cara de tener una niña.

Laura y yo nos cruzamos una mirada furtiva. Eso era casi imposible pero podía pasar porque Lau y yo hicimos un trato cuando estuvimos en la habitación. En realidad, el trato lo propuso ella y yo acepté. La promesa consistía en que si cuando acabara 2016, ambos estábamos solteros y sin hijos, nos juntaríamos para tener uno.

Nos tocó compartir cama. ¡Cama! Cama con Laura Montes. Eso era muy fuerte pero nos adaptamos a la perfección. Siempre con risas y cachondeo. Salva lo había hecho adrede, seguro. Yo sé que a Lau le daba corte porque tenía novio y yo, 'amiga'. Yaiza: la persona que se había convertido en súper amiga de Laura de golpe. Aunque mi amor tiene multitud de virtudes también tiene defectos como despistes cotidianos. Se dejó su gran móvil encima de la cama, mientras se duchaba. Yo, que estaba al lado leyendo, podía ver todos sus mensajes porque, a pesar de tenerlo bloqueado, le iban apareciendo en la pantalla. No paraba de sonar y no pude evitar mirar quien le insistía tanto. Era Yaiza. "Laura, Laura, díselo". "Javi lo tiene que saber y yo no se lo puedo contar". "Contigo confía". "Contesta, contesta, contesta".

-¿Soy yo? - preguntó Laura desde el baño al oír los pitidos.

-Sí.

-¿Quién es?

-Tú - le repetí.

-Ya lo sé - nos chillábamos sin intención - Digo quien me envía mensajes.

-Yaiza.

Calló de repente. Tanto ella como Yaiza. Sólo era capaz de preguntarme que tenía que saber y porque Yaiza no me lo podía contar y lo tenía que hacer Laura. ¿Qué se traían entre manos? Laura salió al cabo de cinco minutos vestida pero con el pelo mojado. Cogió el móvil bruscamente y lo desbloqueó, que por lo visto no tenía muy asegurado. Sólo deslizó el dedo por la pantalla.

-Supongo que ya lo has visto, ¿no? - me preguntó.

No noté pizca de rencor, amargura o mala intención en su tono. Asentí temeroso. Tenía miedo de su reacción pero también de lo que Yaiza me tenía que contar y prefería que lo hiciera Laura.

-Yo no te lo diré - afirmó.

-¿Por?

-Porque no tiene que ver conmigo y quien te lo tiene que contar es Yaiza. No yo.

-¿Avanza algo, no?

Laura suspiró y se levantó para irse a peinar. El pelo se le secaba naturalmente. La seguí y me quedé a su lado, apoyado en el mármol del baño mientras se decidía en hablar o no.

-Es grave - dijo.

-¿Está embarazada, no?

Su cara cambió de expresión y entornó los ojos frunciendo el ceño. Había acertado. Dejó el peine en el lavabo y me miró, colocándose en la misma posición que yo.

Tu amor, a un acorde de guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora