Parte 55

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Este trozo no lo leí hasta que no tuve el disco entre manos y todavía quedaba para eso. En abril, Laura, también tuvo que escoger diseño para la portada e ideas para el videoclip. Su hermano la dejaba elegirlo todo pero ella no hacía nada sin consultarlo a Álvaro o a mí. Era final de mes cuando tuvo que decidir. En nuestra particular sala de reuniones, o sea, la cocina, marcaba las pautas delante de un estupefacto Salva.

-No quiero: ni tener que desnudarme, ni hacer poses extrañas, ni enseñar más de la cuenta, ni nada raro estilo terror, ni besos con desconocidos, ni vestidos extraños...

-¿Quieres algo? – la interrumpió Álvaro.

-Laura, para el videoclip hay una empresa que trabaja con nosotros que hace unas cosas muy chulas, ahora, se necesita un actor que te acompañe para la idea que tienen – dijo Salva.

-Primero quiero verlo.

-Es este – su hermano.

-Coño, con este hasta yo haría algo – intervino Álvaro – Pero es modelo.

-Si todos al final se acaban pasando a actores – seguí yo.

-Vale... está bien pero... ¿Qué representa que tengo que hacer con él? Porque te juro que no pienso probar sus labios bajo ningún concepto.

-Te lo dirán los de la empresa dentro de diez días igual que propuestas para la foto de portada.

-Madre mía... no recordaba yo tanto estrés – se quejó ella.

-Porque antes te lo traían masticado a la mesa. Ahora tú mandas, lo decidiste así, hermanita, no sé si lo recuerdas.

Laura sopló. Estaba agotada de tanto tener que escoger pero estaba feliz. Disfrutaba de su soltería. Me entraron celos del actor/modelo porque tenía fama de mujeriego y era capaz de ligarse a mi amor y llevársela a la cama a la mínima con sus encantos. Sólo deseaba que Laura no cayera rendida a sus pies.

*****

4 de mayo. Boda del hermano de Sergio, de nombre Damián, y su prometida Isabel, hija de un torero, incluidos en el alto grupo de la jet set madrileña donde Laura entró de rebote. Yo fui porque soy amigo del novio. La ceremonia se hacía en una iglesia y el banquete en la finca de la misma, en un pequeño pueblo de Segovia. Cuando llegué, había tropecientos mil periodistas y fotógrafos colocados todos en una hilera detrás de unas vallas. Vi a Laura detrás de mí. Estaba preciosa. Llevaba un vestido largo, color coral, palabra de honor, con mucho vuelo. Un chal blanco roto le tapaba los hombros. Los mechones delanteros recogidos detrás con una pequeña pinza, le daban un aire muy elegante. Lau me vio y me abrazó. Las cámaras nos cogían un poco lejos.

-¿Tienes que posar? – le pregunté.

-Si no lo hago vendrán a por mí.

-Si quieres te guardo sitio.

-Vale.

Aunque yo no quise posar para las cámaras, un fotógrafo nos pidió que nos hiciéramos una foto de rigor. Le pasé el brazo por la espalda y ella a mí. El hombre nos lo agradeció y yo fui dentro de la iglesia mientras la prensa reclamaba a Laura. Cuando vino a sentarse, se quiso quitar el chal pero al ver que estaba en un sitio religioso, no lo hizo.

-Oye, ¿conoces a mucha gente? – le pregunté.

-No mucha. Algún amigo de los novios y poca gente más.

-Es que claro a ti te conoce mucha gente pero tú no conoces a tanta.

-Ahí está. Que a mí me saludan desconocidos como si fuéramos amigos de toda la vida. ¿Tú?

Tu amor, a un acorde de guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora