Parte 167

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Al acabar, fuimos hacia el balneario, el hotel del cual, nuestro alojamiento. Nos pusimos el bañador. Laura, que todavía no se había comprado ningún bikini nuevo, llevó el azul del verano anterior. Compartimos uno de esos diminutos vestuarios.

-Me están entrando unas ganas de hacerte algo... - le susurré acercándome a su boca.

-Uhm... no eres el único pero nos quedamos con las ganas. Nos van a pillar.

-Hoy acabarás agotada.

-Tú igual – me miró pícara.

Salimos a las piscinas. Mateo y Jimena eran los únicos que estaban, dándose el lote en el agua. Álvaro y Maika tuvieron el mismo pensamiento que nosotros y se quedaron un ratito más ahí. Eché un vistazo al complejo. A esas horas había muy pocas familias. La mayoría eran parejas con varios calentones. Laura y yo caminábamos de lado. Estar en un sitio así nos traía un montón de recuerdos. Sigo sintiendo ese cosquilleo cada vez que estamos juntos. Entrelacé mis dedos con los suyos. A pesar de que hubiese gente y que podía ser reconocida, quise sentirla. Tenía la piel helada. Nos metimos en el agua, donde estaban los yogurines que seguían a su rollo. Laura se apoyó en un borde y yo me puse enfrente de ella. Le di un beso en la comisura de los labios. Noté sus piernas alrededor de mi cintura y sus brazos en mi espalda. Los besos se volvieron un poco más pasionales. Mi mano derecha bajó hacia su trasero.

-Cuidado donde metes esa mano – me advirtió – Que por mucho que aquí debajo no se vea nada, se ve – me reí.

-Tranquila, sé lo que me hago.

"En realidad, me la follaría aquí mismo pero no puedo, hay unas normas, un peligro a crear un retoño, una reputación y estamos en público"

Álvaro y Maika llegaron por el fondo. Los divisé de reojo. Nos señalaban disimuladamente. Ella no mostraba una expresión en el rostro de mucho agrado. No se acercaron a nosotros, fueron por libre. Seguía con la mano más abajo de su cintura. Podría perder la razón ahí en medio con esas partes pero preferí guardarme mis pensamientos y fantasías para cumplirlas en la intimidad. Hubiese metido la mano por dentro de su bikini pero me reprimí hasta que no aprecié que Laura también estaba haciendo de las suyas. Íbamos más salidos de lo normal. Lau se hablaba entre miradas con Jimena.

-¿Qué hacéis? – le pregunté hundiendo la boca en su cuello.

-Criticando.

-Si no ves una mierda.

-No te pases – me golpeó el brazo con el puño.

Cuando el calentón disminuyó un poco salimos del agua y continuamos paseando y bañándonos en otras piscinas. Coincidimos los seis en una piscina exterior. Maika estaba al lado de su marido, Jimena detrás de Mateo y Laura entre mis brazos. La abrazaba por la cintura. El agua nos llegaba al cuello (ella) y más abajo (yo).

-Lo que eres es una quejica – le dijo Álvaro a su mujercita. Se quejaba de que había engordado debido al embarazo – Cuando nazca serás la más feliz de aquí.

-No se llamará como tú si es niño.

-Ni como tú si es niña.

-Eso es lo que yo llamo un matrimonio bien avenido – masculló Laura.

Le toqué el culo en señal de que callara. Seguíamos bastante excitados.

-¿Vas más salido de lo normal o qué? – me preguntó cuándo con los colegas delante, le rocé ciertas partes con la mano y lo que no es mano.

-Estás buenísima, ¿Quién no estaría así? – suerte que el resto sudaba de nosotros.

-Oye – se giró hacia mí – Me encanta que me digas esto.

Tu amor, a un acorde de guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora