Parte 100

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Viernes. De buena mañana me presenté en la discográfica. Javi llegaría de un momento a otro y quería estar ahí. Abrí el ordenador y el Windows no tuvo tiempo de iniciarse que una llamada de recepción irrumpió en mi despacho. La recepcionista me anunciaba que tenía visita. No le quise preguntar quién era porque ya me imaginaba que sería mi chico. Me equivoqué. Era Vanesa, la madre de Raúl. Una chica bajita, con cara pálida, pelo castaño claro tirando a rubio, ojeras hasta los pies y expresión mortífera. Así la he visto toda la vida. Me saludó sin dos besos. La invité a sentar aunque no me gustaba mantener una conversación con ella a cuatro días de un juicio por la custodia de su hijo al que no ha cuidado nunca.

-Laura, tienes que ayudarme. No arremetas contra mí en el juicio – la barbilla me tocó la mesa de lo que abrí la boca (metafóricamente) – Estoy enferma y me gustaría disfrutar de mi hijo los meses de vida que me quedan.

-¿Por qué? ¿Quién me asegura que estás rehabilitada?

-Lo estoy, te lo juro. Estuve en dos clínicas y en la cárcel...

-¿Qué? ¿En la cárcel? – la interrumpí - ¿Así quieres cuidar de un hijo? ¿Por qué has vuelto? ¿Cuánto hace que estás en Madrid?

-Hace dos años que estoy en Madrid y he vuelto por mi enfermedad. He visto a Raúl y no sabes lo mayor que se ha hecho.

La información me estaba cayendo como cubos de agua helada con cubitos adentro. ¿Cómo podía haber visto a Raúl? ¿En fotos? ¿En persona? Se lo pregunté y la respuesta me mató.

-Lo vi en persona. La última vez el miércoles. Soy amiga de su tutora, Charo, no sé si la conoces. Me dijo que salió durante un tiempo con uno de tus músicos. El que fue a buscar a Raúl anteayer.

Respiré hondo antes de soltar una tontería. Me enfadé profundamente con ella, con Charo y de rebote con Javi, por no haberme comentado nada del tema.

-Y se pensó que tú y él estabais saliendo. Charo me presentó a Raúl en persona hace unos meses porque entré en la escuela porque me quería mostrar las clases y me enseñó quien era. No hablé con él, por si te interesa.

-Esta mujer es gilipollas. Lo sabía pero me lo acabas de reafirmar.

-Pero Raúl no sabe que soy su madre, ¿Verdad?

-Ni lo sabrá porque ni tú estás capacitada para cuidar de él ni Charo tenía que haberse entrometido.

-Laura, estoy rehabilitada.

Justo en aquel momento tocaron a la puerta. Era Javi. La persona que menos deseaba ver en esos instantes.

*

-¿Interrumpo? – pregunté al llegar al despacho de Laura.

La recepcionista me había avisado que Laura estaba reunida con una chica. Como creí que no era importante, pasé sin llamar.

-Puedes pasar – dijo con una seriedad extrema.

No la besé. Me senté al lado de la chica que estaba hablando con Laura. Me la miré bien. Era Vanesa, la que me había nombrado Charo hacía dos días pero... ¿Qué hacía ahí con Laura?

-No puedo creerte. Aparte de porque has recurrido a una persona que no tenía por qué entrometerse en esto, no te creo porque abandonaste a Raúl cuando él tenía menos de dos meses de vida. A las 48 horas de nacer, y aun estando en el hospital, te inyectaste droga delante de mis narices y de las de David, porque si quieres aunque no tengo ganas de hablar con él se lo puedo preguntar. ¿Sabes? La última vez que nos vimos, hace medio año más o menos, me preguntó por ti, si estabas recuperada y no tuve palabras para definir cómo te encontrabas porque no tenía ni idea. Sólo sabía que habías emprendido la guerra con mi hermano sin venir a cuento. Le caías bien a David.

Tu amor, a un acorde de guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora