Parte 129

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Javi

Núria había ido al vestuario a por una cosa que desconocíamos. Laura se fregó las manos para entrar en calor

-¿Tienes frío? – le pregunté a mi chica.

-Estoy bien – me sonrió – Sólo es esto – puso sus manos heladas en mi nuca. Me aparté bruscamente – Un poco de fresquito.

Se las cogí unos segundos. El contraste fue bestial. Nos soltamos al ver la mirada de la profesora clavada en nosotros. Núria se volvió a sentar con un sobre entre manos. Nos lo alargó y Laura lo cogió. Lo abrió. Ambos miramos lo que era. Una invitación a una boda. La boda de Joan y Shaila.

-Hala... - soltó Laura muy y muy flojo. Tanto que Núria, que estaba a mi lado, no la oyó – Enhorabuena – pasando el brazo por encima de mí, le zarandeó la pierna.

A mi chica le hizo ilusión lo de la boda. Guardó cuidadosamente la invitación dentro del sobre y la dejó en un lateral. La mirada que le ofreció a Núria al momento de ir a buscar la muñequera me incomodó hasta a mí. Durante la ausencia de la pequeña artista, nos levantamos y sigilosamente nos acercamos a ver el partido de hockey. Me coloqué detrás de mi amor adrede. Poder pegarme a ella y rozarla me pareció excitante. Nadie, excepto Núria y quizá alguna amiguita suya, sabían de nuestro romance, así que jugar al despiste me despertó cierto morbo. Le masajeé delicadamente la espalda. Núria apareció y le mostró la mano a Laura que asintió conforme. La profesora la dejó jugar.

-Cuidado – la protección ante todo.

Núria se comió el suelo a los dos minutos de partido. Tocaba la pelota repetidas veces. Era buena.

-Que se matará – Lau se preocupó.

-Sabe lo que hace. Tiene casi 15 años.

-Sí, y una mano lisiada.

-Va, relájate.

Cada vez que la pelota iba a parar a ella, la profesora la animaba. Núria tuvo una ocasión de gol que el portero del equipo rival pudo frenar. Volvió a caer, esta vez de culo y apoyando la mano de la muñequera en el suelo. Pau la ayudó a levantar. Iban en el mismo equipo. Eso es lo que yo llamo dos ex bien avenidos. Laura estaba preocupada. Salió un momento a tomar el aire, su hermano la llamaba. Me quedé ahí, observando como aparte de cantar y tocar el piano, Núria se convertía en una as del hockey. Y de golpe, una asistencia de Pau y un maravilloso gol de ella. 

-Te lo dedico – me dijo muy feliz.

Laura apareció cuando Núria estaba chocando los cinco con los de su equipo. Pau la abrazó, de lado, y ella se zafó de sus brazos milésimas de segundo después.

-Te lo has perdido, ha marcado un gol.

-¿Qué dices?

-Lo que oyes – se guardó el móvil en el bolsillo del blazer y se sentó.

Fue llegar Laura y Núria volver a probar el suelo, esta vez, de cara, amparándose con las manos. El resbalón fue épico pero su mueca de dolor, me hizo ver que algo iba mal. Cayó justo enfrente de mí y le tendí la mano para levantarse.

-Ay dios – dijo Laura – A ver, rueda la muñeca – podía hacer el movimiento.

-Núria, descansa – le ordenó la profesora.

-Quiero un positivo – se quejó – Como regalo de Navidad.

Nos reímos. Núria se sentó en la grada, soplando, quitándose la muñequera. La profe fue a por hielo a la cocina. Los tres salimos al patio a ver a los de básquet. Había el cerebrito, el que yo decía que le hacía tilín a la niña.

Tu amor, a un acorde de guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora