Parte 154

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En el pabellón, nos sentamos en la grada superior. Verónica nos vio enseguida y no dudó en acercarse.

-¿Qué hacéis aquí?

-Venimos por Raúl – contestó Laura.

-Tú no – fulminó a Álvaro – Ni te acerques. No mientras estés con aquella psicópata.

Me sorprendió que Álvaro no defendiera a Maika. Optó por quedarse callado, observando el panorama. Salva llegó justo cuando comenzaban, sentándose delante de su hermana, un escalón más abajo. Raúl y Adrián formaban un buen tándem. A nuestro colega se le caía la baba con su hijo y más cuando en el último segundo, el niño tiró de triple y dio la victoria al equipo.

Laura y yo nos fuimos solos a casa. Paseando lentamente, sin separarnos. Había sido un día duro y necesitábamos un respiro. A Lau le había afectado la historia de Álvaro y Maika y tener que contarme sus abortos, tampoco le había animado. Quiso cocinar aunque me ofrecí para hacerlo. La relaja. Cuando cocina, está sexy, como cuando realiza cualquier otro movimiento. Aproveché y sin que se diera cuenta la fotografié. De espaldas a mí, modificando las dos fotos que le hice con varios filtros y haciendo varias pruebas con el móvil para saber cuál quedaba mejor. Era imposible saber que foto era más bonita. En todas las variaciones, Laura estaba radiante. Cocinaba en silencio, hasta que le sonó el móvil y se asustó.

-¿Me lo puedes traer, porfa?

Obedecí y antes de que lo pudiera mirar, ya la avisé que era yo. Cuando vio las fotos, sonrió inocentemente y me besó. La cena fue sencilla pero le pone tanta dedicación y tanto cariño, que aunque sea una simple rebanada de pan sin condimento, le queda rica. Colgó una imagen en Instagram, en blanco y negro, donde se la veía de espaldas con el texto "Cocinando... relax...". La cena se alargó porque hicimos postre 'doble'.

-¿Sabes que tengo que ir a trabajar? – me preguntó. Estaba tumbada encima de mí, en el sofá.

-Uhm... - la besé – Sí... pero si llegas tarde siempre te quedará decir que era por una buena causa – nos reímos y nos revolcamos unos minutos más.

Fuimos a la habitación y Laura se cambió de jersey. De llevar uno de finito de rayas blancas y azules anchas a uno de negro más grueso.

-Oye, si no es mucho preguntar, ¿Qué habéis hecho con Maika esta mañana?

-Cosas. Enterarnos de asuntos que a Maika no le han hecho gracia.

-¿Lo de Álvaro? – estaba de rodillas encima de la cama y ella de pie, peinándose desde la puerta del baño.

-No, otra cosa.

-¿Qué? – que no me lo dijera me preocupaba.

Volvió al lavabo a soltar el cepillo. Al salir, me miró.

-Si te lo digo, tienes que callar. No decir nada a Álvaro, Maika o quien sea – ya sabe que conmigo no tendrá problemas para decirme alguna intimidad sobre ellos - ¿Uno más uno?

-Ah... ¿Dos? - ¿Qué significaba?

-Si hablamos de Maika y Álvaro...

-No sé.

-Eres corto pa las mates ¿Eh? – me espetó – Maika está embarazada. Hala, ya lo sabes.

-Pero si odia los niños – contesté.

-¿Y yo qué quieres que haga? – se sentó a los pies de la cama – Eso ya es su vida. Yo no me puedo meter. Ya se lo he dicho, no me viene de un sobrino o ahijado.

Tu amor, a un acorde de guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora