Parte 130

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-¿Sabes qué fui al conci de Chenoa al final?

-¿A cuál? ¿Al que me dijiste en Mataró?

-Sí, el de Viladecans. Mi padre no quería y a cambio tuvimos que ir a un concierto de sardanas. Pero se lo pasó muy bien al final. Mira – le enseñé un trozo de una canción y lo que ocurrió en medio de dos, el pique entre ella y uno de sus guitarristas – Me recordó a ti, habla mucho – ella asintió conforme.

-¿Con qué canción te quedaste? – salimos. Nos sentamos en las gradas. Javi, al vernos, vino hacia nosotras.

-Me encantó Donde estés y Arrested.

-¿Os hizo cantar? – asentí - ¿Te vio?

-Sí, estuvimos charlando un ratito, muy simpática. Mi padre estaba todo el camino quejándose. Empezó, quejándose de que la chiquilla que iba ahí, a hacer monólogos o a cantar, grabó como el culo y al final se lo pasó bien.

-¿Graba mal?

-Lleva mi IPhone. Le hacía un plano de la cara a Chenoa o comenzaba a mover la cámara hacia los lados y sólo ibas viendo caras hasta que Shaila le tiró el zoom para atrás y luego no sabía dónde colocar la cámara. Estábamos por la parte izquierda y esto es un vídeo de mi padre – se lo enseñé. Javi se sentó al lado de su chica y también lo miró.

-Me gusta porque sólo se ve al chico y a ti hablando por detrás. El tuyo, aun teniendo una mano chunga, está bien porque enfocas a los tres y luego te centras en si hay solos o no.

En el pabellón quedaba la profesora solamente. Vino a verme la mano. El hielo estaba casi deshecho. Lo tenía envuelto en un pañuelo de papel. La hinchazón había disminuido bastante. Por la puerta apareció Charo.

-¿Esa es, no? – preguntó Lau. Asentí.

Sin que me diera cuenta, Javi cogió el hielo del banco y lo puso en el cuello de su chica, por debajo del pañuelo. Charo se acercó y se presentó. Laura reaccionó tarde al efecto del hielo pero cuando lo hizo, le pegó un puñetazo en el brazo a su novio mientras yo le quitaba los cubitos de la espalda.

-Esta me la pagas – lo amenazó.

-Tenéis demasiadas deudas pendientes – les dije.

-Y las que no sabes.

Mi gran profesora fue a buscarles un par de cafés. En el tiempo de su ausencia, nos pusimos manos a la obra. Había un teclado ahí. De la forma en que estábamos, Javi quedaba entre ambas.

-Me voy ahí porque si tienes que estar pendiente del piano no desayunarás – me comentó Laura. Se levantó de su taburete y se puso tras de mí cogiéndome el bocadillo y alcanzándomelo a la boca.

Charo regresó con dos vasos de plástico al borde del escenario. Al ver en la posición que estábamos, sonrió. Noche de paz ya la teníamos pero a Laura le entró el antojo de que hiciera alguna más.

-Saqué esta, de oído. A ver si te suena – acabé de tragar y antes de comenzar, mordí otra vez.

En los primeros acordes, Laura ya la adivinó. Era El hombre del piano. Comenzó a cantar. Javi no se unió con la guitarra. Prefirió apartarla y levantarse para acercarse. Cogió los cafés y le pasó uno a su chica que se quedaba sin manos libres.

Javi

Núria tiene un gran oído. Lo he dicho siempre y ahí me reafirmé. Que sacara toda esa canción sin partitura era un enorme trabajo a su edad. Probé el café y sin que nadie me viera lo volví a escupir en el vaso. Estaba asqueroso. Laura terminó de cantar. Antes de que pudiera comenzar otra se acercó a mí.

Tu amor, a un acorde de guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora