Parte 3

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Alan no le importaba pero que la hubiese llamado le tocó la fibra y la cabreó. La iba mirando de reojo. Sólo deseaba que no se echara a llorar. No sabría como consolarla. La película era de terror del bueno. Laura estaba asustada. Recostada contra la pared, se agarraba a las sábanas con fuerza.

-Si quieres venir aquí... - susurré muerto de vergüenza y de nervios. ¿De dónde había sacado yo eso?

Laura se levantó y obedeció a la primera. Me hice para un lado para dejarle espacio. Se sentó en la misma postura que yo, pero ella dobló las piernas y se abrazó a sus rodillas. Deduje que tenía frío y eché el edredón por encima. Ambos estábamos tensos y estrechos pero no me molestó. Con tal de tenerla cerca, haría lo que fuera. Nuestros cuerpos se rozaban. Diez minutos después de empezar a compartir cama, nos relajamos un poco. Ella había estirado las piernas y el hecho de que una cama de 90 no fuera lo suficientemente grande, lo pasamos por alto.

-Ay - protesté cuando su pie tocó el mío - Estás helada.

-Uy, lo siento - lo hizo sin querer, supongo - Siempre me ocurre. Porque no sabes como tengo las manos.

Negué con la cabeza. Nuestros rostros estaban a pocos centímetros el uno del otro. Giré la vista hacia la pantalla. No tardé mucho en volverme hacia ella. Sacó su mano izquierda de debajo de las sábanas y me la puso en la nuca. Joder, estaba congelada.

-Ah, ah - me quejé encongiéndome de hombros para que quitara su mano.

Se la cogí y la aparté de mi cogote. Yo estaba hirviendo. El contraste de temperaturas hizo que nos estremeciéramos en nuestro interior. Aguantamos el contacto físico unos segundos más de lo normal. ¿Qué significaba? La mano de Laura entró un poco en calor. Continuamos viendo la película con una tormenta afuera de esas que parece que el cielo tiene que caer encima de nosotros. Rayos, truenos y un buen chubasco. Laura estaba asustada por la película y por el tiempo. Incluso en alguna escena de mucho miedo se le había escapado algún grito ahogado. Los párpados le pesaban y se le cerraban los ojos por momentos. Se durmió apoyada en mi hombro. Pasé mi brazo por detrás de su espalda para abrazarla.

-Cuanto te quiero - le susurré entre la melena.

Me podía haber aprovechado de ella pero yo no hago estas cosas. Estaba tan guapa entre mis brazos... Pero si el día siguiente se levantaba y se veía a mi lado, nadie sabía lo que podría pensar. Como pude e intentando no despertarla, la llevé a su cama y la tumbé. La tapé con las sábanas y el edredón. Ronroneó en medio de sus sueños.

-Mmm... Javi...

¡Soñaba conmigo! (creo). Me quedé observándola un buen rato. Ya era más de medianoche. Apagué la luz y me dormí.

El hecho de que Javi me tratara tan bien me sorprendió. En los cuatro años que llevábamos trabajando codo con codo siempre me había tratado bien y éramos súper amigos pero lo de aquella noche me cogió desprevenida. Noté una conexión que nunca antes había tenido con ninguno de mis músicos. Él era más que mi guitarrista. Las miradas, las sonrisas, cada vez que sin querer o no nos rozábamos, compartir cama... todo, todo me hacía sentir una extraña sensación reconfortante que desde el primer David no había sentido. ¿Me estaba enamorando? No creo ¿Me sentía atraída por él? Puede. La confusión comenzó a entrar en mi vida lentamente.

*****

Laura se levantó primero. Todo el mundo dice que está de mal humor al levantarse (hay días que sí) pero lo que tiene es una energía que no se la acaba. Eran las ocho de la mañana y ya empezaba a entrar luz por la ventana. Claro, la señorita había apartado las cortinas para despertarme. Me giré hacia la pared tapándome la cabeza. Ella dormía al lado de la ventana.

-Apaga la luz - dije sin entenderse.

-Son las ocho. Dijiste que a las siete estarías en pie.

-Sí, pero me dormí tarde - me incorporé, bostecé  y le tiré una almohada- Buenos días ¿eh?

-Buenos días - me ofreció una cálida sonrisa. Ya iba medio vestida. Le faltaba el jersey y el pañuelo. Me devolvió el cojín, lanzándomelo a la cara.

Fui al baño sin muchas luces y me vestí mientras ella se maquillaba a mi vera, o sea delante del espejo de la pared. Ver su trasero mientras me ponía una camiseta, me excitaba. Se le fue el pintalabios y se pintó la barbilla. Se lo vio solita y más cuando oyó mi risa por detrás. Estaba dispuesto a que pensara que nos habíamos acostado. Me había levantado chistoso.

-¿Te acuerdas de algo de esta noche? - le pregunté con una sonrisa pícara cuando vi que había dejado todos los objetos del maquillaje. Lo hice así para que no pudiera pegarme con nada. Negó - ¿En serio? Porque yo sí.

-No... - hizo unos pasos atrás con cara de estupefacción - Tú y yo... no... - tartamudeaba - Javi di la verdad.

Me empecé a reír con ganas y me dio un puñetazo flojo en el brazo.

-Dios, me has asustado - se atusó el pelo.

-Tu cara ha sido la ostia - dije riéndome - No tranquila, no pasó nada. Te dormiste conmigo y llevé a la cama. Nada más.

Nos acabamos de arreglar. Los dos llevábamos un pañuelo en el cuello y vaqueros. Hacía unos minutos que no cruzábamos palabra y en el ambiente se respiraba tensión. Creo que la broma no le hizo mucha gracia. Salimos de la habitación y ella guardó la tarjeta de la habitación. Bajamos al restaurante a desayunar pero antes intenté hablar con ella. En el ascensor íbamos solos. Detuve la bajada dándole al botón. Laura me miraba con mala cara. Tiene claustrofobia.

-¿Qué haces? - preguntó manteniendo la calma como podía.

-¿Qué te pasa? ¿Te ha molestado lo de antes? Di la verdad.

-No, claro que no. Dale al botón o lo haré yo - hizo intentona de darle pero se lo impedí. Tenía la mano helada.

-¿Seguro?

-Seguro, dale por favor - suplicó.

Me abrazó por sorpresa y al oído me agradeció lo de la noche anterior. Luego volvimos a bajar. Desayunamos con tranquilidad. Nos sentíamos observados. Al ser tan conocida, es el precio que paga.

La primera actuación del día fue en un estudio de radio, en catalán. De la entrevista sólo entendí mi nombre, cuando me presentó para tocar. No nos equivocamos. Chocamos los cinco al acabar y me apretó el hombro cariñosamente . La segunda, fue por el mediodía, antes de almorzar, en un programa de tele. La canción en español y la entrevista una mezcla de los dos idiomas. Paramos a comer en una área de servicio de las afueras de Barcelona. La tercera y última actuación fue por la tarde, en Tarragona. Laura se retoca el maquillaje donde sea, y esa vez fue en el coche y sin espejo. Yo fui su espejo y estaba muy guapa. Llegamos a Madrid a medianoche. Muertos de hambre y cansados pero con la satisfacción de haber conquistado Cataluña y de haber pasado una noche juntos aunque sin poder dar un paso más. Quería amarla pero me aterraba la idea de que no se lo tomara bien y perder la amistad que tanto nos unía. Esa conexión especial que no poseía con ninguno de los otros.

Tu amor, a un acorde de guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora