Parte 117

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Regresamos a España el domingo por la tarde. Dejábamos México con pena pero satisfechos de haber conquistado tierras americanas. Llegamos a Barajas el lunes por el mediodía. No habíamos hecho escala. Estábamos agotados y necesitábamos recuperarnos de la experiencia y del cambio de horario. Estuvimos en su piso toda la tarde, descansando. A las únicas personas que avisamos de nuestro regreso fueron mi madre y su hermano. Ni lo dijimos en Twitter. Por la noche estábamos mejor y con energía suficiente para saldar nuestra deuda: una cena por haber encestado la pelota. En Internet corrían las fotos de la gala del sábado.

-Pues no salimos mal... - le dije mirando la foto que nos hicieron en la mesa.

-Estamos perfectos – fardó - ¿Salimos más?

-Aquí – le enseñaba una que salíamos a lo lejos – Tú en la del photocall, una bailando y pocas más. Sales más tú que yo.

-Estoy contenta porque Gonzalo se ha callado.

-Ya te lo dije que ves fantasmas donde no hay – le acaricié la mano.

Pasé la noche en su piso. No pisé Alcorcón en ningún momento. Ni alerté a Sergio de mi llegada. Ya lo haría el día siguiente.

'México lindo y querido si muero lejos de ti que digan que estoy dormido y que me traigan a ti' dice la canción. La pena de dejar México me invadió en el avión. Dejaba atrás a amigos: Gaby, Mauricio y Elías y a una pequeña princesa muy lista a su corta edad, el torbellino llamado Cristal. Me llevaba grandes experiencias, momentos inolvidables pero me quedo con uno: que Javi viniese. Ese instante fue el más maravilloso. Jamás ninguna de mis parejas había hecho tanto recorrido para estar conmigo y que él lo hiciera me derritió.

*****

Martes. Laura tuvo varias entrevistas en solitario para hablar de la experiencia americana. Cené con mi madre y Diego. En México le había comprado un imán de la nevera, una de esas pulseras artesanales típicas que Laura también había adquirido y unos pendientes de plata. Y para Diego lo que me había pedido, café y una miniatura de mariachi como la que Mauricio se compró.

-Tengo algo que contaros... - dije.

-Diego, que seremos abuelos – contestó mi madre en un tono alegre. Estaba convencido de que esa sería la segunda parte.

-Ah... no.

"Que yo sepa. Vamos, mío no sería"

-Me voy a vivir con Laura.

A mi madre le encantó la noticia. 'Ya era hora de que sentaras cabeza en el amor', me dijo. Mi chica apareció en la televisión como un ángel caído del cielo. Tenía una entrevista en El Hormiguero. Estaba radiante. De negro (pantalón y camiseta) y dando un toque de color con el blazer, en blanco y los zapatos, también blancos. Llevaba el pelo ondulado. En un lateral le habían hecho tres trenzas finas desde raíz que le iban hacia atrás.

-Yo que no soy nada partidaria del negro – comentó mi madre – Tengo que decir que le favorece.

Laura se mostró muy simpática durante toda la entrevista. Respondió a todas las preguntas con una sonrisa y sin perder la naturalidad.

-Te tuviste que marchar a Holanda... - dijo Pablo Motos. Ella asintió - ¿Cómo fue la experiencia? ¿Muchos tulipanes? ¿Sabes neerlandés?

-Muy floral pero muy enriquecedora. Yo me lo pasé de maravilla porque pude contar con mi banda que eso era lo más importante para mí. Hubo momentos de todo, risas, poco sueño y enfados pero fue genial. Y no, no sé ni una triste palabra en neerlandés.

Tu amor, a un acorde de guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora