Parte 69

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Aparqué detrás del coche de Laura. Ella estaba en la máquina de coger ticket. Se peleaba tocando botones. Me acerqué. Le di un beso en la mejilla y otro en los labios.

-¿Qué te pasa? – pregunté al ver que se desesperaba por minutos – Dale al verde – obedeció y el ticket salió. Me miró mal y fue a dejarlo.

Nos encontramos de nuevo en medio de la acera.

-Para ti – le tendí la bolsa – Me lo ha dado Salva.

Entramos en el edificio. Tuvimos que esperarnos. Sentados en recepción, abrió el paquete. Era una camiseta muy bonita. Se sorprendió de que Salva tuviera ese detalle con ella y le gustó.

-Y esto también me lo ha dado él. No es ningún regalo, son bocadillos para luego – asintió.

-¿Por qué me ha hecho un regalo?

-No sé, le habrá hecho ilusión.

No le quise contar que Álvaro y yo habíamos estado hablando con él sobre sus despistes y sobre ella en general. Nos hicieron pasar al estudio. Los locutores eran dos hombres. Uno de joven y otro de más maduro. Laura contestó con el corazón y la mitad de respuestas que durante la mañana había escrito, no las dijo.

-¿Qué se siente al ser número uno sin haber salido al mercado? ¿Cómo reaccionaste?

-La verdad es que me he enterado esta mañana. He estado muy desconectada de Internet este finde y cuando he ido a trabajar, me lo han dicho. Me ha emocionado mucho, ciertamente.

"Al menos reconoces que has llorado. Ay Laurita, tú y tu orgullo. Que verte llorar es natural, que aunque lo niegues eres muy sensible y eso a mí me encanta"

-¿Así que has llorado con la noticia?

-Al principio me he quedado en blanco. No podía hablar, ni moverme. Al cabo de unos minutos he comenzado a reaccionar y me ha salido la lagrimita pero me he recompuesto enseguida. Pensaba que me tomaban el pelo.

-Ya ves que no.

Cantamos el single. Fue una entrevista de media hora y muy profesional. Estábamos en una de los programas radiofónicos más serios del país. Preguntas y canción.

Nos sentamos en un parque cercano a comer. En un banco donde tocaba la sombra. Los bocadillos eran de mortadela. A Laura no le entusiasmaba pero se lo comió porque se moría de hambre. Gran almuerzo.

-¿Y esta tarde que tienes? – le pregunté.

-Sesión de fotos para una revista y más adelante tengo la entrevista para que salga el miércoles de la semana que viene o la otra. A las seis supongo que ya estaré.

-A las ocho y media estate lista.

Asintió sonriendo. Nos despedimos con largos besos apasionados bajo el sol abrasante de Madrid. Me cogí la tarde libre. Sabía que Sergio tenía turno matinal. Me tenía que aconsejar. Estaba en casa, comiendo una ensalada.

-¿Has almorzado? – me preguntó.

-Sí – me senté en la silla de enfrente – Me tienes que ayudar. Dime un restaurante romántico y bueno para poder llevar a una chica.

-¿A Laura qué le va?

-Se conforma con que haya comida decente.

-Llévala aquí – me enseñó un lugar desde su móvil – Está en la sierra, en medio del bosque. Es muy pequeño pero se come de maravilla. Yo fui con Jenny – su chica de entonces - el mes pasado y le encantó. Por las noches hace un poco de fresco. Te lo digo por si es friolera – sí, lo es.

Tu amor, a un acorde de guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora