El reloj avanzó y muy puntuales, comenzamos. El novio fue el primero en llegar al altar, del brazo de su madre. Detrás íbamos los padrinos con las damas de honor. Laura y yo éramos los primeros. Vi a Yaiza entre los invitados pero no le hice caso. Me concentré en mi chica. Llevaba un ramito de violetas en una mano y el otro brazo lo tenía agarrado al mío.
-Sonríe que nos hacen fotos – me susurró sin casi mover la boca.
Raúl y Salva estaban en el lateral de la parte del novio, la que quedaba a mi lado. Dios, el paseíllo se me estaba haciendo eterno. Disimuladamente, el niño me tendió la mano para que se la chocara y, siempre con discreción, obedecí. Las tres damas de honor iban con vestidos en tonos lilas y rosas. El de Lau era el más bonito sin duda. El más corto, más estiloso y el que más le resaltaba la figura. El de Marta era largo y más clarito y el de Carol también le llegaba por encima de la rodilla pero tenía un corte distinto y el modelo no se parecía en nada al de mi amor. Era el más alto de los padrinos. Laura se pasó toda la ceremonia con el ramo de Maika en una mano y el suyo en la otra. La novia, cabe destacar, que no iba con un vestido blanco nuclear. Era más bien un blanco marfil y no estaba fea. Nos cruzamos varias miradas con Lau. Ella aguantaba la emoción como podía. Marta fue la única de las tres que lloró a moco tendido. Se me hizo un poco largo, no voy a negarlo.
Después de pasar por el altar y antes de la cena, hubo un cóctel. Los novios desaparecieron. Laura y yo nos juntamos con los de la banda. Los hijos de Dani no estaban. Los de Mario sí. Estuvieron jugando en los columpios con Raúl y los dos hijos de Marta que estaban presentes, los mayores.
-Ya era hora que se casaran – comentó Jesús.
-Bueno, dicen que de una boda sale otra, ¿no? – la mirada de Salva fue básicamente dirigida a Laura y a mí – No miro a nadie en especial, ¿eh? – para disimular, miró a Mateo y a Jimena.
-¿Conocéis a alguien? – preguntó el chaval con un canapé en la mano.
-Pocos – habló Dani – los padres y algún amigo.
Los niños de Dani y el peque vinieron hacia nosotros. Raúl se acercó a su tía antes que a su padre. Lau se agachó a su altura con cuidado de que el vestido no le jugara una mala pasada.
-¿Qué tienes aquí? – le preguntó observándole la mejilla y el puente de la nariz.
-Ayer jugando en el cole, aterricé.
Tenía un rasguño en la mejilla, en la nariz y debajo de los pantalones llevaba las rodillas hechas una mierda. Las manos también las tenía magulladas. Heridas de guerra que ocurren en la infancia. La de aterrizajes accidentados que había hecho yo jugando a fútbol y a básquet.
No había ni una triste silla vacía donde clavar el culo. Raúl no se separó de su tía durante unos minutos. Dieron un paseo alejándose de nosotros. Salva y yo también fuimos a caminar al ver que Yaiza venía hacia Andy para traerle el niño un ratito. Se lo pasaron como aquel que se pasa un paquete. Cada hora con uno de los dos.
-Oye, lo que he dicho de la boda, no es para presionar, ¿Vale? – dijo Salva dando un sorbo a su copa – Que ya sé que ambos sois anti-bodas.
-Ya, ya.
-¿Sabes? Desde que Laura está contigo y habló con Puck, que la veo más serena. Madura y preparada para afrontar el futuro. ¿Os habéis peleado fuerte ya?
-No, no. Discrepancias de opiniones sí pero sin pelear.
-Laura es un ángel caído del cielo cuando se lo propone y cuando no...
-Es un demonio enviado del infierno – continué la frase y los dos nos reímos – En un mes he descubierto facetas de ella que en seis años no había conocido.
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Tu amor, a un acorde de guitarra
RomanceNos conocimos en 2007, un día común de julio... Mi nombre es Javi Álvarez. En 2007 me dieron el mejor trabajo del mundo, ser guitarrista de una cantante conocida mundialmente: Laura Montes. Me enamoré de ella perdidamente pero parecía que solo era...