Parte 39

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Shaila y Laura habían hecho muy buenas migas. Se llevaban tan bien que el día siguiente se fueron de marcha por la noche. Mi padre y yo nos quedamos en casa. Mirando una peli de esas que no sabes ni quien protagoniza y que no es tan horrenda como parecía en la sinopsis.

-¿Y te fías de que vengan las dos católicas? – me preguntó.

-Me fío más de que Shaila venga sana, que de Laura por el simple hecho de que una tiene que trabajar mañana y la otra no. Laura, si no se levanta a las diez, se levantará a las once.

-La vas a despertar tú – negué – Yo trabajo mañana y tú tienes que ir a ver a Shaila.

-Ya... iré con la tía. Por eso no despertaré a Laura.

Revisé el Twitter después de tenerlo todo el finde abandonado. Javi me preguntaba por mi estado y por Laura. "Qué no la llamas???" le pregunté. "Me he cargao el móvil". Respondió al instante y se me escapó la risa. Mi padre me miró desconfiado.

-¿Cuál de tus amiguitos es?

-Es el amiguito de Laura.

-¿El pijo de Carlos?

-No, el buenorro de su guitarrista que se ha destrozado el móvil.

-Ay que ver esa gente de ciudad como son.

-Es de Alcorcón.

-Bueno, más grande que Sant Felu es.

-Mira, si son ellas.

Le enseñé una foto que había colgado Laura en Twitter. Se veía a Shaila y a ella sonrientes, en un bar y sin ninguna copa delante. ¿Postureo o verdad? A las once de la noche decidí enviarle un WhatsApp a Lau para saber su estado. Contestó al cabo de media hora diciendo que estaban bien y que no tardarían en regresar porque Shaila tenía que trabajar el día siguiente. Yo me fui a la cama pero mi padre se quedó despierto hasta que oyó que Laura entraba en su casa. Así se aseguró también que su amiguita estaba en San Feliu.

******

Cuando fui a ver a Shaila a la consulta, Laura aún estaba sobada. Ni WhatsApps, ni llamadas. Ya ni me atreví a tocar el timbre. Debía haber cogido tal cogorza que era mejor no pensar en ella. Mi tío y Judit me acompañaron. La pequeña tenía muchas ganas de venir y aunque le dijimos que era para ir al médico, no retiró su intención. Entré sola. Shaila iba maquillada y se le apreciaban un poco de ojeras. Aun así no hacía muy mala cara y sonreía con normalidad. Me abrazó y me dio un beso antes de sentarse de nuevo. Me preguntó por Laura, sin comenzar por las preguntas psicológicas.

-Todavía duerme.

Eran las diez y media de la mañana. A mí me pareció lógico que después de una noche loca la muchacha siguiera en la cama. A Shaila más de lo mismo. La primera pregunta profesional que hizo fue que sensaciones sentí el jueves y el sábado al ver a Dolors.

-Me entraron ganas de reventarle la cabeza – respondí sinceramente – pero a la vez me cagué de miedo.

-¿Por qué?

-Porque me daba miedo que pudiera atacar y hacer algo a Laura, a Judit, a ti, a mí o a quien sea. Por eso me derrumbé.

Contarle aquellas cosas me fue fácil. No me costó conversar con ella sobre aquel tema porque ella también lo vio. La sesión finalizó al cabo de una hora. Me fui de ahí con buen sabor de boca, como las otras dos ocasiones, porque se le pude explicar sin problemas.

Cuando llegué a casa, me encontré a Laura tendiendo la ropa en el patio. Llevaba el pelo recogido en un moño diminuto y no tenía buen aspecto.

Tu amor, a un acorde de guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora