Parte 139

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-No tenemos todo el día, que una servidora tiene hambre – dijo Laura a Núria en catalán.

-Hubieses cenado – le contestó.

-Eso – corroboré yo.

-Gente de Palamós. Si este solo ya se divierte jugándomela, imaginaros si lo multiplicamos por dos o por tres si estuviera Álvaro. Pensad como acabo yo. Loca.

Mientras Laura hablaba, un técnico aprovechó para colocarle una petaca a Núria y situarle un micrófono delante del piano.

-¿Quieres cambiarte de sitio conmigo? – le pregunté a mi chica.

-No, porque así os veo a los dos.

-Tranquila – le susurré a Núria. Puso los ojos en blanco – Piensa en el cerebrito – se rió.

-No me la distraigas – Laura me golpeó la pierna con picardía.

Nos fulminamos con la mirada. Que ganas teníamos de acabar lo que habíamos intentado comenzar en el camerino. Noche de paz quedó muy elegante. Núria se relajó y aunque casi no abrió la boca, lo bordó.

-Vente pa'cá – le dijo Laura – Pero coge el micrófono chiquilla.

Núria cruzó el escenario. Lau, muy mala ella, se levantó de su taburete para ofrecérselo a la mini artista que negó con la cabeza señalizándole un change, ella a la punta y Laura en medio. Conocía el secreto del taburete seguramente desde antes que nosotros. La rumba catalana no fue ningún impedimento para brillar. No se levantaron pero empastaron las voces como engranajes perfectos. El público quería otra y la pedía con fervor.

-La vuestra en catalán – propuse.

-No me la sé – confesó Núria.

Laura giró las páginas de la carpeta y se la puso enfrente para que la leyera. Le señaló alguna parte y ella asintió.

-Y ya – ordenó la niña – Que me estoy muriendo de nervios.

-Te tiemblan las manos – esa vez Laura evitó el micrófono al hablar. Qué raro. Solía despistarse y los comentarios los oía todo dios.

Núria la miró con cara de '¿Y qué quieres que haga?'. La canción en catalán en directo era la primera vez que la hacíamos. La sonoridad de ambas fue un gran acierto y el encanto de la letra en un idioma que iba aprendiendo a medida que aprendía cosas de Laura, también. Núria regresó a sentarse. Cuando se levantó del taburete me fijé en que estaba muy flaca. Sólo le veía piernas. Era tan alta como Laura sin tacones. Vestía muy discreta: pantalón tejano ajustado azul oscuro, jersey negro de punto fino, el pañuelo para dar color, unos botines marrones y los mechones delanteros del pelo recogidos hacia atrás en una coleta. Es de esas chicas a las que no le gusta llamar la atención y prefiere mantenerse en un segundo plano. Canta de maravilla y me pareció que lo de la fama y lo de llevar más medio millón de visitas en Spotify no era lo que más le entusiasmaba.

Laura y yo hicimos un bis a base de Paraules d'amor, el segundo single y Mírame. A la hora de saludar, la regidora de cultura nos regaló una bolsa con bombones y turrón a cada uno. Qué extraño que a mí también me dieran regalito. Suelen dar un ramo de flores a Laura y pasan de los músicos. Recogimos lo nuestro y bajamos a los camerinos. Lau abrió su bolsa.

-Caray, sí que se las gastan estos de Palamós – dijo al ver que los bombones eran Lindt y el turrón Suchard.

-Por odiar la Navidad, te hace ilusión esto.

-A ver, es comida, es el único tipo de turrón que me gusta y los bombones es chocolate, me gustan, obviamente. Este tipo de regalos siempre se agradecen.

Tu amor, a un acorde de guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora