Ya era más de medianoche cuando se escabulló para volver a su casa. No estaba segura de qué hora era exactamente pero no le dio importancia. Caminó en completo silencio y se detuvo bajo su ventana. Levantó la vista solo para comprobar que estaba ligeramente abierta tal como ella la había dejado. Suspiró agotada, había sido una gran carrera ir y volver en un día y ahora tan solo deseaba descansar y dormir hasta sentirse mejor. Hacía demasiado tiempo que no dormía como debía.
Lizz se pasó una mano por la mejilla al sentirla húmeda y miró sus dedos manchados de sangre. No había creído que los cortes serían tan profundos como para que aún continuaran. Lentamente tocó los tres cortes que tenía productos de un rasguño. Eran peor de lo que había creído.
Tomó su arco y una flecha al escuchar un ruido y en menos de un segundo apuntó. Suspiró y bajó sus armas al ver a Damon. Guardó su arco y su flecha nuevamente y le devolvió la mirada. Él se apoyó contra un lado de la casa y la observó en silencio. Ella estaba vestida totalmente de negro, tenía el cabello atado y cortes en la mejilla. Él estaba elegantemente vestido, tenía el cabello despeinado y había marcas de lapiz labial en su cuello que se perdían debajo de su camisa.
—¿Tienes también esa sensación de deja vu? —Preguntó él.
—Quizás —Dijo ella—. ¿Qué haces aquí?
—Acabo de llegar y por lo que veo tú también. Estás herida —Dijo Damon.
Lizz volvió a mirar la sangre en su mano, eso la había delatado.
—No he tenido una noche de lo más tranquila —Dijo Lizz—. Y al parecer tú tampoco. ¿Qué? ¿Ahora que has dejado tu abstinencia vuelves a los malos hábitos?
—¿Malos hábitos? No creo que lo sean y hasta el momento nadie ha dicho que lo sean o se ha quejado al respecto —Dijo él.
—Creí que hasta había un club de odio hacia ti —Dijo ella y Damon le sonrió.
—No es mi culpa si ellas querían algo más serio y yo no —Dijo él.
—Eres un peligro para casi todas las mujeres —Dijo ella.
—¿Con esta apariencia? No me conociste en los años treinta —Dijo Damon sonriendo.
—Tengo suerte de no haberlo hecho —Dijo Lizz.
—No siempre fui como mi reputación dice o como la abstinencia me hizo. Esa persona casi libre fue la que le gustó a Saoirse —Dijo él y se dio vuelta—. Ya no tiene caso que intentes escabullirte, estoy despierto de todos modos.
Ella se quedó quieta, algo en su semblante había cambiado a último momento y lo había notado. Por un segundo le había recordado al Damon con el que había jugado una guerra de bolas de nieve en Central Park, aquel que no se ocultaba tras sus oscuros Rayban, quien le había dicho que el cabello suelto le quedaba lindo y la había consolado cuando nadie más lo había hecho.
En silencio lo siguió dentro de la casa. Damon movió los labios y le tocó con delicadeza los cortes en su mejilla. Ella asintió y subió las escaleras. Ninguno de los dos quería arriesgarse a despertar a Liam. Lizz tomó una toalla del baño y la mojó antes de llevarla a su habitación. Estaba agradecida que el cuarto de su hermano estuviera en el opuesto del pasillo. Damon entró y cerró la puerta. Ella se desató el cabello, se quitó su abrigo y sus zapatos. Se sentó en su cama, justo bajo la ventana por donde entraba la luz de la luna, y comenzó a limpiar su sangre.
—¿Qué te pasó? —Preguntó él.
—Me atacaron, eso es todo. Estoy bien —Dijo ella—. No es nada grave.
—No se ve nada bien —Dijo Damon.
—No he tenido la oportunidad de verlo —Dijo Lizz y él se inclinó para estar a su altura.
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Presa (Cazadora #2)
AdventureLizz y Liam Dunne son miembros de la Sociedad, personas dotadas con diferentes habilidades para ser capaces de mantener la paz entre el mundo humano y el paranormal. Con solo diecisiete años, los mellizos han burlado a la muerte más veces de lo que...