Prólogo

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Ella cerró los ojos y suspiró sabiendo lo que tenía por delante. El aire era fresco pero agradable para una pacífica noche de octubre. Las estrellas brillaban en el cielo y la luna ahuyentaba a la oscuridad de las alturas. Abrió los ojos, la aguja de la iglesia al otro lado de la calle interrumpía su vista de la ciudad y apuñalaba la luna como una estaca, o quizás una flecha. Observó el lugar sabiendo lo que pasaría y lo que debía hacer.

Su corazón aún seguía en un inestable estado luego de haber visitado el salón, que diez meses atrás, había dado vuelta su vida. Si pestañeaba casi podía ver la sangre y las flechas en sus manos. Podía mantener sus sentimientos a raya cuando era necesario, pero estos tarde o temprano terminaban por alcanzarla. Y había aprendido, con el tiempo, que en ese momento era mejor estar sola y tranquila. La noche era una compañera perfecta, su cómplice desde que tenía memoria. Dublín, de noche, era hermoso y ella no podía contar cuántas veces había hecho de las suyas bajo la protección de la oscuridad y la luna.

Era tranquilizante estar sentada arriba de un tejado bajo su oscura compañera. Tenía las piernas dobladas, los brazos alrededor, el mentón apoyado sobre sus rodillas. No le pesaba la soledad, ni tampoco la tristeza, era tan solo el fantasma del cruel pasado lo que la mantenía así. A veces simplemente necesitaba eso, permitirse pensar en lo que había perdido cuando podía para que esto luego no le afectara en un momento indebido.

Vio la sombra del halcón cruzar el cielo, escuchó su aleteó y también el momento en que tomó su forma humana y estuvo sobre el techo también. Él se acercó hasta estar a su lado y se detuvo al borde mirando lo mismo que ella. Había sido su servidor los últimos días, siguiéndola a todas partes y sirviéndole como si realmente fuera su señora y su deber cuidar de ella.

—¿Qué es exactamente lo que tiene en mente señorita? –preguntó él.

—Ya me he ocupado de cubrir todo mientras estabas fuera –susurró ella.

—¿Se encuentra bien? –preguntó y ella negó con la cabeza.

—He tenido que revivir esa noche para entender el por qué y aun así no tengo todas las respuestas que deseo. Gracias por estar a mi lado Sweec, no sé si hubiera sido capaz de entrar a ese mismo cuarto donde encontraron los cuerpos sola.

—Mi señor sostuvo su mano la primera vez, me parece correcto que yo lo haga al momento de recordar lo sucedido.

—Quizás no he obtenido las respuestas que buscaba respecto a la muerte de mi familia, pero sí he obtenido otras. Quizás soy tan solo una pieza en un juego. Necesitamos evitar esa alianza Sweec, debemos impedir que la situación siga el rumbo actual, y haré lo que sea necesario para eso. Es mi deber ponerle fin al asunto.

—Será una ceremonia interesante señorita, –dijo Sweec mirando la iglesia y ella asintió.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora