Capítulo 6

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Lizz cerró fuertemente la puerta mientras aún podía continuar oyendo los gritos de Liam en su mente. Se detuvo a mitad de pasillo y se apoyó contra la pared. Se dejó caer al suelo y tomó su cabeza entre sus manos. Una y otra vez negó lo que estaba sucediendo. Debió haber supuesto que Liam reaccionaría de aquel modo apenas supiera que ella nuevamente se había cortado. Miró sus manos delante de ella y luego los vendajes que se escondían bajo su abrigo. Se arremangó y se arrancó las vendas sin cuidado. Miró los profundos cortes por un momento antes de volver a ocultarlos bajo su abrigo.

Volvió a sumirse en su propio dolor y bajó la vista. Su rostro aún seguía dolorido por la pelea del día anterior al igual que sus brazos o piernas. Pero de un modo u otro aquello no le importaba, era el dolor y la culpa que le había provocado ver a Glendon lo que realmente la mantenía herida. Era ella quien lo había hundido en tan desesperante estado al haber prácticamente entregado a su novia a un monarquista. Y era culpable de eso, de la muerte de ella y del estado de él ahora.

—Te agradecería que me dejaras sola. Ya tengo demasiados problemas por si no lo has notado como para agregarte a ti a la lista —Dijo Lizz.

No se molestó en levantar la vista, había sentido y reconocido a Damon por más que él no hiciera ningún ruido al caminar. Él ignoró lo que le había dicho y se sentó a su lado. Ella cerró los ojos fuertemente al igual que sus manos e intentó ignorar la fuerte migraña que no la había abandonado desde que se había despertado o el dolor que sentía en sus brazos.

—Vete —Dijo ella.

—Me dijiste que no te volverías a cortar —Dijo él.

—Y tú me dijiste que podía confiar en ti —Dijo Lizz.

—Supongo que ninguno de los dos cumplió con su palabra —Dijo Damon.

—Entonces vete —Dijo ella.

—Que tú creas que te traicioné no significa que no podamos simplemente hablar —Dijo él.

—¿Acaso no es eso lo que hiciste? ¿Traicionarme? ¿Aceptar un sucio trato con Elizabeth? ¿Acaso disfrutaste tomando mi sangre? Después de todo, en ningún momento dejaste de repetir que la sangre de cazador irlandés era la más exquisita que existía —Dijo ella—. ¿Realmente soy tan deliciosa?

—Sí —Dijo él y ella rió tristemente—. Pero no he probado tu sangre.

—Estás mintiendo —Dijo ella y le sonrió—. Ya no creeré ni una sola palabra de lo que digas porque la última vez no fueron más que puras mentiras.

—Fuiste tú la que mintió. Solo querías una cosa y no te importó utilizarme para conseguirlo. ¿Pero sabes algo? Yo sé que no pudiste haber fingido siempre, al menos no cuando no sabías quién era Elizabeth o quién era yo —Dijo Damon y ella puso los ojos en blanco.

—Cree lo que quieras —Dijo.

Ella se puso en pie dispuesta a partir. No llegó al pie de las escaleras, Damon la detuvo tomándola por la muñeca. Lizz se dio vuelta y lo miró molesta pero él parecía estar ignorándola totalmente, su mirada estaba perdida mientras que su rostro mostraba preocupación. Escuchó en el fondo la puerta de entrada de la casa y los familiares pasos de Marcus.

—¿Lizz?

Intentó deshacerse del agarre de Damon y sacudió su mano. Solo entonces él pareció reaccionar y la miró con preocupación. Quiso hablar pero él fue más rápido y puso una mano sobre su boca antes que pudiera decir algo. Lizz protestó pero él simplemente no la soltó mientras le pedía de guardar silencio.

—¡Lizz!

Aquella vez el grito de Marcus sonó más bien como un pedido de ayuda, casi una súplica. Ella miró seriamente a Damon antes de deslizarse fuera de su agarre. Bajó las escaleras casi corriendo y se detuvo al ver a Marcus en mitad de la sala. Él se tapaba con ambas manos las orejas y mantenía una mirada desesperada en el suelo. Levantó la cabeza al escucharla y la mirada de él la dejó completamente paralizada.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora