Capítulo 22

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Lizz pensó un segundo en sus probabilidades. Tendría que llevar la situación a dónde deseaba. Todo concluiría con una mordida. Pero tendría que pelear, resistir. Si se entregaba o se dejaba vencer entonces él sospecharía. No podía perder fácilmente. Tendría que pelear hasta el final. De todos modos ella ya conocía el resultado, era imposible que lo venciera y él terminaría por atraparla y morderla. Hasta allí el plan iba bien, entonces empezaban los inconvenientes. Podría terminar como dependiente y todo acabaría allí. O podría lograr envenenarlo pero aquello implicaba el riesgo de la gran pérdida de sangre y eso podría costarle su vida.

—¿Piensas esconderte para siempre o piensas salir a jugar? —preguntó él.

—Mataste a tu esposa —dijo Lizz.

—Nunca me gustó demasiado, nada más que algo por conveniencia. Ella era insoportable —dijo él tranquilamente—. Además, prefiero las brunettes.

—Y yo prefiero los vivos —dijo Lizz—. La necrofilia no es mi estilo.

—¿Realmente crees que tienes una oportunidad contra mí? —preguntó él con diversión.

—Acabaré contigo, estoy segura —dijo ella—. Tranquilo, cuando lo haga, seré piadosa y terminaré rápido sin hacerte sufrir demasiado a pesar que desearía exactamente lo contrario.

—Sabes que esto no concluirá de ese modo —dijo él.

—Te metiste con mi hermano —dijo Lizz—. Permitiste que Hunter fuera tras él.

—Te advertí anoche que algo así podría suceder si no aceptabas mi trato —dijo el monarquista.

—Nadie le hace algo a mi hermano sin vérselas conmigo —dijo ella—. Y pagarás por eso.

Cerró los ojos un segundo al tocar la punta de la flecha que sostenía y hacerse un corte. Una pequeña gota de sangre apareció en la punta de su dedo y ella manchó la superficie del pilar antes de deslizarse lejos a otro. Vio al monarquista ir hasta el anterior tras el falso rastro. Lizz sonrió y manchó con su sangre un segundo pilar antes de deslizarse en completo silencio a un tercero. Las puertas no estaban muy lejos. Se había percatado que el lugar era un verdadero laberinto, podía moverse allí con absoluta libertad. Sus pies eran extremadamente silenciosos, de algún modo la luz había disminuido en aquella parte hasta sumergirlos en una tenue penumbra. El Otro Mundo la estaba ayudando.

Su sangre, su mejor aliada. Continuó dejando rastro falsos, jugando con él, confundiéndolo. Si su reloj de bolsillo no ocultara los latidos de su corazón, si no se deslizara como una sombra y sus pies no fueran tan silenciosos, nada de aquello sería posible. Lizz siempre había sido tan silenciosa como las sombras, tan invisible como el viento y ahora había confundido completamente el olfato del monarquista. Sabía que no podía dejar de moverse. Debía marcar tanto como fuera posible para distraerlo. Solo entonces, cuando su sangre estuviera en todas partes de modo que sería imposible localizarla a ella podría tomar su arco y arriesgarse a disparar.

Sonrió sin poder evitarlo, debía haber al menos una ley sobre no marcar con sangre un templo sagrado. Falco enloquecería cuando ella le dijera lo que había hecho, porque tendría que sobrevivir para contarle cómo había bailado alrededor de un monarquista mientras manchaba con su sangre el corazón del Otro Mundo. A Riley le encantaría saber de algo así. Era bueno sentir que por una vez no era la presa, que volvía a tener algo de control sobre la situación y volvía a ser la cazadora.

Se congeló al sentir aquel frío en su corazón. La sonrisa se borró de su rostro al igual que cualquier otro pensamiento. Conocía aquel helado sentimiento, sabía lo que significaba. Los recuerdos la golpearon fuertemente. Un año atrás lo había sentido también, como el hielo extendiéndose sobre su corazón y congelando todo a su paso. Aquella era la única vez que recordaba haber sentido tal cosa. La urgencia la había obligado a abandonar todo y correr de nuevo a casa solo para ver una sombra y disparar sin pensar. Aquella noche Hunter había ido tras Liam y lo hubiera matado si Lizz no hubiera llegado a tiempo guiada por aquel extraño sentimiento en su pecho. Tan solo podía significar una cosa. Liam. Su hermano estaba en peligro.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora