Epílogo

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El halcón miró unos segundos más a los tres jóvenes en la cocina y luego agitó sus alas y tomó vuelo. No fue muy lejos, apenas al otro lado de la calle donde su señor lo esperaba en la azotea. En un flash de sombras Sweec tomó su forma humana y se acercó hasta donde Falco estaba al borde del techo. Él estaba pasible, mirando tranquilo la casa al otro lado. Sweec se mantuvo detrás de él y esperó. Finalmente Falco se dio vuelta y comenzó a alejarse.

—¿No piensa decirle mi señor? —preguntó Sweec.

—¿Qué cosa? —preguntó Falco.

—Respecto a lo que ella sabe —dijo Sweec.

—Lizzie estará bien. Odio admitirlo pero ese sanador cuidará bien de ella y es exactamente lo que necesita, jamás la abandonará y estará allí siempre que lo necesite, aún cuando ni ella misma quiera aceptarlo —dijo Falco—. Ahora, tenemos que volver al Otro Mundo. Hay cosas que hacer y un nuevo orden que establecer. Es evidente que yo seré el próximo sucesor del rey, tengo las cuatro llaves. Y no Sweec, antes que comiences con tus lecciones, no estoy siendo movido por el deseo de poder ni nada de eso. Hay una larga lista de pendientes. Olvídate de ellos, volveremos a verlos en algún momento y podrán arreglárselas por su cuenta, estarán bien. No hay tiempo que perder, debemos preparar el Otro Mundo para ellos. Años pueden pasar en un suspiro allí o al revés.

—Entonces no planea decirle —dijo Sweec y Falco se detuvo.

—No sé a qué te refieres —dijo él.

—Respecto a su magia, respecto a lo que le mostró a la señorita —dijo Sweec—. Su magia comparte las mismas características que la de Lady Gwe, tan solo puede mostrar lo que se hará realidad.

—A Lizzie nunca le gustó que le hablaran sobre su futuro —dijo Falco y sonrió al darse vuelta y mirarlo—. Dejemos que lo averigüe ella por su propia cuenta.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora