Capítulo 20

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Lizz suspiró y pasó una mano por su cabello. Se había bañado luego de lo sucedido, había olvidado cuánto tiempo había pasado sumergida en el agua mientras intentaba no pensar en el mañana. Que los Vynx tuvieran pequeñas lagunas de agua caliente que utilizaban tanto para bañarse como relajarse o cualquier otro motivo tampoco había ayudado al momento de no perder el tiempo. Y lamentablemente tampoco la había relajado. Durante un momento pensó en ir a ver a su hermano pero prefirió no hacerlo.

Todos estaban al tanto que aquella podría ser su última noche. Liam estaba con Kaitlyn, ella no tenía a nadie más que no fuera él. Lizz todavía tenía todo el día de mañana si deseaba despedirse de su hermano, los respetaría y no los interrumpiría esa noche. Todo se encontraba en silencio, vacío, triste. Todos se habían retirado a algún lugar, solos o en compañía, a aceptar que quizás no volvieran a verse luego de mañana. Lizz tocó la delicada cadenilla alrededor de su cuello y cerró los ojos tan solo unos segundos. Un día podía ser muy largo o muy corto en el Otro Mundo y ella no sabía si tendría el tiempo necesario para encontrar las respuestas que necesitaba.

Definitivamente no sabía si habría algo después de mañana. Y, odiara admitirlo o no, tenía miedo. No quería perder a nadie más, no sabía si soportaría tal cosa. Su mano se cerró sobre el dije en forma de corazón y respiró profundamente para mantener la calma. No podía vacilar ahora, todos confiaban en ella para que lo lograra. Tal vez la pelea sería en la Corte pero si ella no lograba defender el corazón del Otro Mundo entonces nada más importaría. Si deseaban ganar debían eliminar a los grandes señores y ella se estaría enfrentando sola a dos. Debía acabar con ambos, no había otra opción.

Entró a su habitación y se detuvo. Falco estaba sentado en la ventana, mirando un deplorable conejo de peluche que sostenía entre sus manos y ella reconoció al instante. Él levantó la mirada al sentirla y ella vio la tristeza en sus ojos, últimamente parecía que el azul predominaba en ellos. Falco suspiró y se puso de pie. Increíblemente parecía vulnerable, Lizz nunca antes lo había visto tan frágil. Intentó ponerse en su lugar, imaginar cómo se sentiría saber que la persona que se había esforzado tanto en mantener con vida, cuidar de ella, que amaba, estaría mañana frente a frente con la muerte.

—Lo siento, no debería estar aquí —dijo él—. Tan solo pensé que...

—Quédate —dijo Lizz y le sonrió tristemente— Es tradición.

—Pensé que querrías estar sola —dijo Falco.

—Ahora mismo estar sola con mis pensamientos es lo peor que puedo hacer.

—Preferirías que fuera otro —dijo él.

Lizz se acercó y lo abrazó tomándolo totalmente por sorpresa. No valía la pena pensar en sus palabras, no había nada que se pudiera hacer al respecto. Además, ella no había mentido, no deseaba estar sola en aquel momento. Quizás las cosas no fueran como debían ser, la situación triste y dolorosa, pero no podía negar que a pesar de todo Falco siempre había estado allí para ella. Como un halcón, cuidándola desde la distancia e interviniendo cuando era necesario, siempre leal a pesar de parecer mordaz.

—Ahora mismo eres perfecto para mí —dijo Lizz—. Y no importa lo que haya sucedido entre nosotros, lo que no haya sido, lo que pasará mañana; siempre tendrás una parte de mi corazón. Esa pequeña niña que soñaba con tener el suficiente tiempo para vivir siempre te pertenecerá a ti únicamente Aaron.

—Hace cuánto tiempo que no escuchaba ese nombre —dijo él sonriendo apenas—. Sabes que siempre me tendrás Ailish, sin importar lo que suceda.

—Si vuelves a pronunciar ese nombre te dispararé a ti también —dijo ella y él rió.

Ella dejó todas sus cosas a un lado y se echó sobre la cama. Falco se recostó a su lado y Lizz no dudó en acercarse y apoyar la cabeza sobre su pecho. Habían pasado por tanto ambos. Su historia jamás había sido contada, solo ellos la conocían por completo y a la perfección. Él pasó una mano por su cabello en una caricia, sus dedos enredándose con sus mechones. Lizz se quedó quieta, se permitió disfrutar de aquel gesto a pesar que sentía que no era debido. Jamás podría corresponderle a él, Falco había dicho que la esperaría con la esperanza que lo hiciera pero con cada día ella tan solo había sabido más que eso nunca sucedería.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora