Por más que intentaba alejar los pensamientos de su mente parecía que cuanto más luchaba contra ellos más difíciles eran de evadir. Afuera, en alguna parte, el sol se estaba escondiendo tiñendo el cielo de un intenso color naranja. Damon dejó de intentar sin éxito alejar su mente de aquellos prohibidos pensamientos que tan solo le traían dolor al final y se dio por vencido. ¿Por qué no podía ser feliz al menos por unos segundos? Si estaba condenado al presente al menos quería poder disfrutar un poco del pasado, de lo que había tenido y perdido.
Lo mejor sería olvidarlo todo, era lo que deseaba a pesar que una parte de él siempre tendría la esperanza de no lograrlo. Olvidar siempre había sido algo demasiado sencillo y común para él por la vida que llevaba, ser un dependiente tenía sus ventajas como también su precio. La falta de voluntad parecía lo peor pero Damon había aprendido con los años que el olvido lo era aún más. Su mente no era más que una red llena de vacíos y algunos jamás desaparecerían. Su memoria se deshilachaba lentamente y a veces era imposible de recuperar, la mayoría de las veces lo era.
Sabía que había perdido muchos recuerdos, algunos sin importancia y algunos que quizás no hubiera deseado olvidar. A la mayoría de los dependientes no le importaba aquello, no se aferraban a nada que considerasen necesario conservar pero él no era así. La primera vez que fue consciente de lo que le estaba pasando casualmente fue la primera vez que había estado en Dublín junto con Elizabeth. En ese momento apenas llevaba unos pocos años con ella como su dependiente y su comportamiento no era diferente del esperado. Adoraba estar junto a Elizabeth, todo lo que ella le brindaba. Era un adicto sin voluntad rendido a ella, a la lujuria y a la sangre. Mataba sin piedad solo por una buena copa y disfrutaba de hacer mal.
No era algo en lo que le gustara pensar. Había sido su peor momento, su época más oscura. Y sin importar los años la esencia de ese pasado jamás se iría. Él sabía la clase de persona que había sido, las atrocidades cometidas por sus propias manos. Su reputación había nacido en aquel momento, producto del miedo y el pánico. Él nunca más había vuelto a ser así pero las personas sabían de lo que era capaz. Estaba agradecido de nunca más haber sido así, que las personas que ahora le importaban no lo hubieran visto jamás de ese modo o conocieran aquella parte de él.
En ese momento la dependencia le había resultado como un regalo divino, algo que explotar al máximo y disfrutar. Fue durante una fiesta, cuando le preguntaron por sus padres, que fue consciente de lo que le estaba sucediendo en realidad y el golpe de la verdad lo sacó del éxtasis. Había un vacío en su memoria, no los recordaba, ni sus voces ni sus rostros, ni siquiera sus nombres. Cada mordida, cada vez que se había adentrado más en aquel mundo de monarquistas siendo aún un ser vivo, le había costado un recuerdo.
Había acudido con desesperación a un médico para saber qué le estaba sucediendo. Cuanto más intentaba recordar menos lo lograba y su memoria se deshacía entre sus manos, ni siquiera estaba seguro de conocer su nombre. El médico le había explicado calmadamente lo que le sucedía. La dependencia lo condenaba a olvidar. Cada mordida de Elizabeth era un recuerdo menos para él. No quería olvidar, no deseaba hacerlo, y desde ese día juró que no se dejaria caer nuevamente en aquel oscuro mundo.
Buscó alejarse de Elizabeth ya que ella era la responsable. Dejó de matar personas inocentes pero eso no impidió que él fuera responsable de muchas muertes. Descubrió tarde que matar un monarquista tampoco era algo que se podía permitir. Solo cuando cortó profundamente a un hombre de un simple rasguño, por accidente más que intencional, sus manos tan letales como las de un monarquista, supo lo que estaba sucediendo. Así que también abandonó eso ya que no quería ser como ellos. Cada monarquista que mataba lo ponía en riesgo de ser como ellos y por eso lo evitaba cuanto podía. Pasaron décadas hasta que mató nuevamente un monarquista para proteger a Lizz, lo hizo sin pensar a pesar de ser consciente del riesgo que aquello significaba para él.
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Presa (Cazadora #2)
AdventureLizz y Liam Dunne son miembros de la Sociedad, personas dotadas con diferentes habilidades para ser capaces de mantener la paz entre el mundo humano y el paranormal. Con solo diecisiete años, los mellizos han burlado a la muerte más veces de lo que...