Capítulo 15

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Lizz miró sus manos, se había ocupado de limar sus uñas hasta el extremo para que no pudieran lastimarla. La necesidad estaba allí, nunca era sencillo dejar de herirse y mucho más sin ayuda y por su propia cuenta pero era algo que debía hacer. Lo haría, sin importar lo que le costase. Debía manterse fuerte, con la mente aclarada. Y no se cortaría, su sangre no correría en vano y mucho menos por mano propia. Sabía que había sido cruel y despiadada con el monarquista pero no había podido controlarse en aquel momento. No podía ser piadosa con ellos.

Entró en la sala y enseguida todos se callaron. Nicholas estaba sentado en la ventana mirando el exterior. Liam estaba sentado en un sofá, Kaitlyn parada detrás de él con una mano sobre su hombro. Riley estaba de pie no muy lejos. Tenía entendido que Marcus aún seguía hablando con el rey o con otro noble en su defecto, los Vynx habían decidido aprovechar los conocimientos de él al tratarse de un dependiente. Lizz tampoco había permanecido cerca de su primo, no con tanta sangre expuesta y poniéndolo a él en una situación incómoda.

Ahora estaba completamente limpia, su piel perfecta tras haber disfrutado de un largo y relajante baño. Sabía que debía tener cuidado del frío y no andar con el cabello mojado pero en el ala este de la Corte, donde la primavera dominaba, la temperatura no era tan helada como fuera. De todos modos ella sentía el frío, siempre lo hacía. Una de las consecuencias de cargar la mala suerte.

Era consciente de la decisión que había tomado y las posibles repercusiones, sabía que estaba lastimando a su hermano pero él lo había aceptado al igual que los demás. Casi todos. Ella no había visto a Falco desde entonces. Cruzó la sala para acercarse al fuego y sintió las miradas de todos deslizarse rápidamente sobre ella. A pesar de las costumbres de la Corte y su vestimenta tradicionalista Lizz había robado un par de prendas masculinas, las prefería por mucho sobre el vestido. También había conseguido que un servidor le prestara su magia para restaurar a la perfección la chaqueta de Liam que llevaba puesta.

Lizz se arrodilló frente al fuego y acercó sus manos para alejar el frío de sus dedos. Había una pequeña bandolera de cuero colgada de su hombro. Ella dejó su aljaba en el suelo y también la bandolera. Todavía podía sentir la mirada de los demás sobre ella. Sabía que habían callado por su presencia, sabía de lo que habían estado hablando y sabía perfectamente lo que ellos estaban mirando. Cerró los ojos un momento. También había visto aquello en su reflejo, como si le pareciera irreal, como si simplemente no pudiera creerlo.

—No tienen por qué callar solo porque esté yo —dijo Lizz.

—¿Duele? —preguntó Nicholas y ella tocó la mordida en su cuello, la piel dura y fría alrededor de las profundas perforaciones.

—No. No se siente nada en realidad —dijo Lizz—. Ni frío ni calor ni dolor ni placer. Nada. Es como si simplemente esta zona estuviera muerta. Un eterno recordatorio que portar, nada más. Algo que ver siempre frente al espejo.

—No tienes que darle importancia —dijo Kaitlyn.

—Sé de lo que estaban hablando, sé lo que piensan porque yo también lo pienso al ver esta mordida. No tienen por qué ocultarlo —dijo Lizz—. Él es un monstruo. Damon está muerto y el monarquista que ahora está en su lugar es el ser mas oscuro y cruel que alguna vez haya existido. Me torturó, noche tras noche mientras estaba encerrada, y cuando finalmente estuve a su alcance no perdió el tiempo.

—No deberías pensar en eso —dijo Liam.

—Es la verdad, hermano. ¿Por qué negar la verdad? —dijo ella y golpeó el suelo—. Y el maldito tomó el único recuerdo que realmente podría haber sido útil. Si no logro recuperarlo tendré que arreglármelas por mi cuenta.

—¿Un recuerdo se puede recuperar una vez perdido? —preguntó Kaitlyn.

—Depende de la persona. Algunas personas pueden recuperarlo, otras simplemente no sin importar cuanto lo intenten. Al menos una sensación de deja vu me sería suficiente. Lo mejor sería revivir de algún modo el recuerdo pero eso está fuera de mi alcance. Tendré que ver cómo lo hago. Sino tendré que arreglármelas sin ese recuerdo —dijo Lizz—. De todos modos ese maldito se olvidó de algo. Soy Lizz Dunne, se equivoca si cree que puede tomar de mi sangre libremente, y pagará por eso.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora