Capítulo 23

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Él se detuvo un momento al sentir aquella pérdida. Una brillante gota de sangre se deslizo por su mandíbula hasta el final. Hunter había muerto. Curioso. Al menos no tendría que ocuparse más tarde de aquel asunto, alguien ya se había deshecho de ella por él. Hunter no hubiera dudado en pretender más poder y él hubiera terminado por matarla para que no fuera una molestia. De todos modos, era curioso, alguien había logrado matarla. No había esperado aquello.

Volvió a inclinarse y morder a la joven entre sus brazos. Ella soltó un débil gemido. Sus ojos estaban cerrados y su cuerpo no tenía peso. Había confiado en que se entregaría de aquel modo, era imposible que ella hubiera olvidado lo que se sentía una mordida y no hubiera cedido como cualquier otro humano. Podía mostrarse fuerte y resistente y su lengua ser tan afilada como las puntas de sus flechas pero a fin y a cabo se entregaba igual de fácil que cualquier otro humano. Ella debió haber sabido que no tendría posibilidad de escapar de ese final.

Debió haber sabido también que aquella ardiente furia que tenía agitaba su sangre de un modo único y le daba un sabor demasiado delicioso. La hacía casi tan deliciosa como cuando su sangre estaba encendida por la pasión. Y era una sangre demasiado pura, mucho más que cualquier otra que alguna vez hubiera probado. Sin rastro de alcohol, enfermedades, drogas, nada. Ella tenía la sangre más limpia que jamás hubiera degustado. Y su cuello era perfecto para su mordida, su piel demasiado tierna y cálida, fácil de perforar.

Se detuvo un momento al sentir el ardor en su garganta. Miró a la chica inconsciente entre sus brazos, era imposible que ella hubiera hecho algo. Volvió a morderla pero esta vez ella no respondió de ningún modo. Seguía viva, podía sentir perfectamente el golpe de su pulso contra sus labios. Tan solo un poco más. Luego unas pocas gotas de su sangre bastarían para que ella nunca más lo abandonara. Sería sencillo. No moriría y tampoco se iría. Podía tomar cuanto quisiera, de todos modos ella estaría perfectamente bien apenas le hiciera tomar unas gotas.

Sintió nuevamente el intenso ardor en su garganta y entonces se atragantó. La soltó y ella cayó al suelo simplemente, su cuerpo sin peso en absoluto. Él se puso de pie sintiendo que se ahogaba, su garganta ardía como si hubiera aspirado cientos de astillas y las podía sentir a la perfección. Se alejó débilmente y comenzó a toser como si se estuviera asfixiando pero aquello era imposible. Escupió sangre y entonces no pudo mantenerse más de pie. Se sostuvo sobre sus manos, agitándose mientras continuaba tosiendo sangre. Era imposible. Se estaba ahogando, realmente, como si en serio le fuera necesario respirar. El dolor era insoportable, abrazador de un modo que casi le arrancaba gritos de agonía y la fuerza le fallaba.

Sintió la sangre en sus labios y miró el brilloso líquido en el virgen suelo. Lo comprendió todo en aquel segundo. Ella le había dicho que no se detuviera y él no lo había hecho. Miró una sola vez el cuerpo de la joven a unos metros de él. Lo había engañado completamente para que él mismo consumiera el veneno por su cuenta, el deseo que tenía por su sangre lo había cegado completamente y ella había sabido aprovechar aquello. Lo había vencido. Una simple chica que siempre todos consideraron demasiado débil y demasiado frágil por cargar la mala suerte.

Tosió de nuevo sabiendo que no había modo de salvarse. Estaba solo allí. No había nadie a quien morder para reemplazar la sangre que lo había envenenado. Había matado a Elizabeth. Manuel estaba muerto. Incluso Hunter estaba muerta. Se convulsionó y tosió todavía más fuerte, escupiendo más sangre mientras sentía el fuego en su garganta. Su mente se nublaba poco a poco, su cuerpo no soportaba haber consumido el agua del Lago Hin. Estaba perdido. Sonrió a pesar de la situación, ella había sido una digna enemiga.

***

Marcus comenzó a toser fuertemente y estremecerse como si se estuviera ahogando. Él soltó todo y Falco lo sostuvo, apretando los dientes ante el dolor en su brazo, para que el chico no cayera. No fue el único en reaccionar así, todos los monarquistas lo hicieron al igual que otros dependientes que también estaban peleando. Todos reaccionaron del mismo modo, como si se estuvieran asfixiando, y cayeron al suelo. Sus ojos mostraban tanto desesperación como confusión al no saber lo que estaba ocurriendo.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora