Damon tomó rápido su taza de café y nuevamente siguió a Lucy. Ella lo guió por los demás pisos siguiendo su rutina de enseñarle el lugar y presentarle a cualquier persona que se cruzasen. Se detuvieron tan solo una vez en el pasillo de la enfermería. Había un niño pequeño, debía tener cinco años como mucho. Tenía la pierna de su pantalón manchada con sangre y él la sujetaba en alto enseñando su rodilla totalmente raspada y herida. Se quejaba de dolor y pedía que lo tratasen. Un hombre viejo y con bata blanca, con la apariencia arruinada por su continua adicción al alcohol estaba frente a él y le gritaba furioso.
—¡Hay personas más importantes que tratar que tú y ese estúpido raspón! Ahora deja de hacerme perder el tiempo —Dijo él.
—Pero señor, no hay nadie más que necesite ser tratado. Por favor —Dijo el niño.
—No, vete de aquí tonto —Dijo él.
—Ese es Charles —Susurró Lucy—. Es el sanador de Londres, no es un sujeto de lo mejor.
—¿Por qué simplemente no trata al chico? Se nota que está sufriendo por eso —Dijo Damon.
—Porque no le importa —Dijo Lucy—. Ahora entiendes por qué este lugar no es tan bueno como dicen y Charles no es nada comparado con otras personas que caminan por estos pasillos. Es solo un viejo amargado, como cualquier sanador su trabajo le afecta por perder vidas en sus manos y cuando no está dándole a la botella está así.
—¡Te dije que te fueras! —Exclamó el hombre sobre las súplicas del niño por ser tratado.
Él levantó una mano y golpeó fuertemente al chico, tanto que cayó al suelo y se puso a llorar de dolor. Su rodilla herida se había golpeado nuevamente y la sangre había quedado en el suelo. Charles se dio vuelta y cerró fuertemente la puerta tras internarse en su consultorio. Damon se acercó rápidamente hasta el niño y se agachó a su lado. El chico gritaba y lloraba ante el dolor y Damon se fijó en su rodilla aún más herida a causa del golpe. Se arremangó y con cuidado tomó la pierna del niño.
—Tranquilo —Dijo cuando él se sobresaltó al sentirlo.
Damon pasó con cuidado una mano sobre el raspón. Con suavidad frotó su mano contra la herida hasta que esta simplemente desapareció y el llanto del chico pasó a ser leves gemidos. Él tomó un pañuelo de su chaqueta y se limpió la sangre de su mano. El niño levantó la vista y lo observó a través de sus lagrimosos ojos. Damon le sonrió y le arregló la pierna del pantalón.
—Ya está, como nuevo —Dijo él.
El niño le sonrió torpemente entre lágrimas y gimoteos y luego se mordió fuertemente el labio y se tapó el rostro con ambas manos. Damon se dio vuelta para saber qué había visto el chico. Lo primero en que se fijó fue en unas bajas botas rosadas, luego unas largas piernas desnudas, una corta falda negra, una camisa blanca con una chaqueta negra entallada a juego con la falda y por último su mirada se cruzó con los serios ojos de Lizz. Él se quedó congelado por un momento y luego se puso en pie. El chico también se puso en pie y mantuvo la vista baja mientras seguía mordiéndose el labio.
—Tom, vete de aquí ahora —Susurró ella.
—¡Lizz! —Exclamó una joven a sus espaldas y ella miró al chico en silencio sin que su expresión revelara lo que sentía.
Dos jóvenes más portando el mismo uniforme se unieron a ella. La chica que la había llamado tenía un largo cabello rubio arena que le llegaba hasta la cintura y unos ojos color caramelo. Era hermosa, los rasgos de su rostro eran afilados y sensuales al igual que sus labios. Había un látigo plateado enrrollado en su cinturón. El joven a su lado tenía el cabello tan negro como la noche y sus ojos eran grises. La belleza de él no era muy diferente a la de ella. Lizz cerró los ojos y sostuvo la respiración antes de hacerse a un lado.
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Presa (Cazadora #2)
AdventureLizz y Liam Dunne son miembros de la Sociedad, personas dotadas con diferentes habilidades para ser capaces de mantener la paz entre el mundo humano y el paranormal. Con solo diecisiete años, los mellizos han burlado a la muerte más veces de lo que...