Capítulo 23

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Liam dejó lo que estaba haciendo y se puso en pie. Estaba solo en su casa, lo cual era sorprende considerando lo concurrida que era últimamente. Entre Riley, Nicholas y Marcus él raramente se encontraba solo cuando no estaba cumpliendo con su servicio. Pero ya había anochecido por lo que Marcus había salido a tomar algo.

No podía evitar morder, era algo que le había confesado a Liam, y cada vez su gusto era más exigente. Pero él se ocupaba de morder y tomar solo lo suficiente además de hacerle olvidar aquel momento a su víctima. Por más que Liam seguía sin estar de acuerdo, tuvo que aceptarlo, era lo mejor que Marcus podía hacer de momento.

Sospechaba que Riley debía estar con Lady Gwe, él le dedicaba gran parte de su tiempo a ella. Y no le era difícil saber que si así era Nicholas no estaba con él sino en algún lugar disfrutando de la noche y su soledad. Él estaba a gusto en Dublín, disfrutaba explorando la ciudad y sus secretos. Quizás por eso le sorprendía tanto que alguien llamara a la puerta.

Abrió la puerta y reaccionó al instante. Quiso golpear a Damon apenas lo vio pero algo lo detuvo. Había pasado los últimos días odiándolo tanto como le fuera posible luego que le hubiera negado su ayuda a Kaitlyn y hubiera vuelto con Elizabeth apenas había aparecido. Lo despreciaba más que a cualquiera, era consciente del dolor que él debía haberle provocado a Lizz y también que ella estaba en problemas por él. Pero por más que lo deseara más que nada, no pudo golpearlo.

Recordó la noche que Damon le había contado sobre el incidente con una monarquista y había traído a Lizz a casa, cargándola inconsciente. Liam lo había esperado deseando golpearlo más que nada pero tampoco había podido hacerlo. Apenas lo había visto, su dolor, su desesperación, su sufrimiento por lo que había hecho, su destrozo; Liam no pudo decirle ni hacer nada. Y en aquel momento era igual. Por más que Liam lo hubiera deseado no pudo golpearle ni decirle nada.

—Necesito tu ayuda —susurró Damon con desesperación.

Su rostro estaba pálido y demacrado por la desesperación y el sufrimiento. Estaba temblando, tenía sus Rayban en una mano y sus ojos estaban rojos y brillantes, definitivamente había estado llorando demasiado tiempo. Su labio estaba manchado y herido allí donde se había mordido con tanta fuerza, su cabello era un desastre luego de haber tirado tanto de él, su cuello estaba manchado de sangre y tenía una profunda mordida.

Liam se quedó quieto cuando Damon se echó sobre él y lo abrazó en busca de consuelo. Nunca había imaginado que Damon podría ser así, tan frágil y vulnerable Nunca antes había visto a una persona en tal estado. Por un momento Liam se olvidó completamente de quien era, de todos sus años, y solo vio a un joven completamente aterrado y destrozado. Una vez su padre le había dicho que no todos podían ser fuertes por siempre, que en algún momento caían, ahora lo comprendía perfectamente.

—Por favor, Liam. No me eches. Te necesito –dijo él, su voz era totalmente inestable—. Te necesito más que nada.

Él no respondió, se limitó a cerrar la puerta con cuidado y luego a guiar a Damon hasta el sillón en la sala de estar. El sanador tuvo un ataque de pánico cuando Liam lo soltó y se alejó. Liam lo observó con lástima y se apresuró a ir y volver de la cocina con una taza del té que había quedado cuando lo había tomado hacía pocos minutos. Estuvo aliviado al ver que los pocos segundos solo no habían empeorado el estado de Damon, si aquello era posible.

Con cuidado le entregó la taza de té y él la bebió y tomó un pequeño trago. No la soltó nunca más. Liam miró su frágil estado, parecía que en cualquier segundo volvería a romperse a la más mínima palabra. Deseaba preguntar pero sabía que solo empeoraría todo al hacerlo. Damon no dejaba de sacudir la cabeza, negando una y otra vez, mientras Liam lo observaba con lástima en silencio.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora