Capítulo 14

3.5K 497 12
                                    


Damon tiró de su cabello con inquietud mientras observaba el móvil sobre la mesa casi esperando que volviera a sonar aunque sabía que era imposible. Desde que la llamada de Sebastian se había cortado él no había dejado de preocuparse y desesperarse por saber qué había sucedido a pesar de haber sentido su muerte. No podía negarlo, estaba totalmente sorprendido de que Lizz hubiera matado a un monarca. Podía recordar perfectamente la sensación en su pecho como si la flecha lo hubiera atravesado a él y no a Sebastian. Seguramente todos los monarquistas y dependientes debían de haberlo sentido, aún más aquello dominados por él. Nunca antes alguien que no fuera parte de ellos había matado a un monarca. Bueno, excepto Elizabeth pero ella había pagado con su vida a cambio.

Y era aquello lo que más temía él, que lo mismo que le había ocurrido a Elizabeth le hubiera ocurrido a Lizz. No podía soportar la simple idea de que ella hubiera muerto, mucho menos que se hubiera vuelto una monarquista. Intentó convencerse que aquel era un miedo vacío, ella jamás pasaría por aquello. Pero eso no disminuía su temor por lo que le había sucedido, o la culpa que sentía al respecto. Sebastian lo había hecho por él y Damon aún podía oír los gritos de dolor de ella o sus gemidos.

Cuando el móvil comenzó a sonar lo tomó al instante pero se detuvo al ver que se trataba de Liam. El maestre no podía saber lo que había sucedido, ya bastante tenía él luchando contra su propio ser. Liam estaba cumpliendo su servicio diario como miembro de la Sociedad, no podía saber de Lizz. Quizás él no lo hubiera considerado hasta el momento pero Damon sí, ahora que él era oficialmente un miembro de la Sociedad tendría que cumplir con ella y estar en orden aún si eso significaba tener que detener a su propia hermana. Liam había jurado, no tenía elección.

—Están festejando —dijo Liam con escepticismo—. Me dijiste que no era ningún día festivo entre las criaturas y sin embargo están festejando como si hubieran eliminado el mal de la faz de la tierra.

—Estoy seguro de que utilizar el celular en servicio debe ser contra las reglas —dijo Damon tranquilamente intentando ocultar su verdadero estado—. ¿Por qué continúas llamándome?

—Porque tengo este sentimiento de que me estás mintiendo y ocultando algo. Y porque si hay alguien que realmente sabe sobre criaturas eres tú. Ahora que no hay cazadores eres lo único que queda para obtener información.

—Tratar con criaturas no es tan sencillo niño bonito, hay códigos que respetar.

—Entonces debo suponer que sabes qué está sucediendo pero no planeas decirme. Es difícil pasar algo así por alto. ¿Tienes idea de todos los inconvenientes que he tenido? Apenas si encuentro tiempo para llamarte, mi aspecto no es de lo mejor y te puedo asegurar que el resto de mi día tampoco.

—Liam, no sé nada —dijo Damon y se puso en pie al escuchar el timbre.

—¿Quién es? —preguntó él y Damon se detuvo al abrir la puerta.

—Pedí un poco de comida, no tenía ganas de cocinar o buscar algo decente en la cocina. Espero no te moleste pero realmente prefiero almorzar tranquilamente en vez de hablar por teléfono, además tengo un libro que terminar —dijo Damon a pesar de saber que probablemente estaba cometiendo un error al engañar a Liam.

—Ok, de todos modos tampoco me queda mucho tiempo. No sé cuándo volveré, no creo que mi trabajo disminuya en las próximas horas. Adiós.

—Adiós, niño bonito.

Él finalizó la llamada y guardó el celular en el bolsillo. Le sostuvo en silencio la mirada a la mith que se encontraba delante de él, oscuro cabello verde al igual que su vestido de burlesque. Esmeralda. Ni siquiera se molestó en preguntarle cómo lo encontró. Miró sobre su hombro, el auto al otro lado de la calle estaba vacío y una de sus ventanas rota, seguramente sus vigilantes también habían tenido problemas con las criaturas y comprendió enseguida que aquella era la distracción para que la mith pudiera hacer su trabajo.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora