Capítulo 8

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Ambos se pusieron en pie en cuanto Lizz apareció nuevamente. Ella parecía molesta y caminaba apresuradamente mientras intentaba ignorar las palabras de un joven sirviente que la seguía. Luego de unos segundos se dio vuelta y enfrentó al sirviente quien retrocedió instintivamente un paso al ver cómo estaba ella.

—No me importa si así lo dicta la ley o no. Él no tiene ningún derecho a hacerme esto. Es mi vida de lo que estamos hablando y él sabe perfectamente lo que está haciendo —Dijo ella.

—¿Qué sucede? —Preguntó Damon.

—Eres inocente, y libre, pero ellos no se harán responsables de devolverte a New York —Dijo ella.

—Señorita, usted puede negarse si lo desea, pretender que nada de esto sucedió. Ya sabe que Lord Aar le propuso aquella opción —Dijo el sirviente.

—¿Y seguir con esta cacería? Prefiero ponerle fin de una vez —Dijo ella—. Tu señor lo está haciendo intencionalmente.

—¿Lizz qué aceptaste? —Preguntó Riley preocupado y ella suspiró.

**********

Una suave brisa corría en uno de los patios internos de la Corte. Lizz podía sentir perfectamente la tierna hierba bajo sus pies descalzos. Cerró los ojos y por un momento pretendió que nada de aquello estaba sucediendo. Se sentía totalmente expuesta frente a los guardias y diferentes criados y sirvientes que se habían acercado para observar sin tener puesto nada más que una camisa. Internamente agradecía que el rey no se encontrara presente en la Corte en aquel momento o que Lord Fae no hubiera tenido la fuerza para llegar hasta allí.

Abrió los ojos repentinamente cuando Damon estuvo delante de ella. Notó al instante la alteración en sus ojos pero tan solo sonrió. Sus ojos seguían siendo los mismos que ella recordaba y admiraba desde la primera vez que los había visto. Mirarlo a los ojos era como pararse al borde de un acantilado para admirar la belleza de la caída, demasiado hermoso y quizás un poco hipnotizante o vertiginoso. Y ella ya había caído una vez.

—¿Ailish qué estás haciendo? Ponle fin a esto ahora —Dijo él.

—Es lo que haré —Dijo ella.

—Por favor no lo hagas —Dijo Damon—. Esto es una locura. Él no puede obligarte a hacer esto.

—Sé lo que hago. Pero, de todas formas —Dijo ella y se puso de puntillas y se acercó a él de modo que sus labios estuvieron casi pegados a su oreja—. Si algo llega a pasarme cuida de Liam.

—No te pasará nada. Niega todo esto ahora y deja que las cosas sigan como están. No me importa que haya una cacería y la presa principal sea yo —Dijo él y ella sonrió.

—¿Y dejarte a ti con toda la gloria de un noble héroe torturado? Damon, ambos sabemos que tú eres el chico malo y yo no soy ninguna damisela en apuros —Dijo ella y se alejó sonriéndole aún—. Las damiselas en apuros son los que están junto a mí.

Ella miró sobre su hombro para ver que Riley dejaba de discutir con los guardias y que aquello significaba el fin de su tiempo cercano. Él se acercó hasta ellos dos, estaba molesto y frustrado por no haber conseguido que los guardias cambiaran de opinión. Lizz le sonrió con confianza y él le devolvió aquella sonrisa a duras penas. Tenía la aljaba de ella junto con el resto de sus ropas.

—Si algo le llega a suceder a mis cosas te mataré —Dijo ella—. Sabes qué hacer.

—Esto es ridículo —Dijo él y ella puso los ojos en blanco.

—Por Dios Riley, como si no lo hubiera hecho un millón de veces contigo —Dijo Lizz.

—Esto es diferente —Dijo Riley con desagrado—. Lo que te espera al fondo no es lo mismo que las otras veces.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora