Prólogo

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Hola a todos! Bueno, ya conocen el discurso, así que voy a saltarlo. Espero que hayan disfrutado de esta saga que escribí cuando apenas comenzaba, y fue la primera que logré terminar. Finalmente, desde que me uní a Wattpad, hemos llegado a la última entrega de estos libros.

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xoxo,

Sofi

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Ella respiró profundamente, mientras seguía al hombre. Se repitió que era imposible que algo malo le sucediera, era invencible. Sonrió con maldad sin poder evitarlo, a fin de cuentas había conseguido todo lo que quería. Se había vengado, ahora la otra cazadora estaba encerrada en algún lugar enloqueciendo más cada día, sufriendo en todo sentido posible y con su vida acortándose. La había destruido de cualquier modo imaginable. Debió haberlo pensado dos veces antes de impedir que cumpliera su trabajo aquella noche de Diciembre, antes de atreverse a dispararle y herirla.

Estuvo molesta al mirar su mano vendada, el eterno recordatorio de que la chica le había dado con su flecha. Una herida hecha con madera nunca se iría pero la herida que ella le había dado en respuesta era mucho peor y no podía evitar sonreír con un cruel regocijo al pensar en ella.

El hombre abrió la puerta de la oscura oficina y la dejó pasar. Él hizo una reverencia antes de partir y cerrar la puerta. Escuchó el ruido de la cerradura cuando él giró la llave dejándola completamente sola y encerrada en aquella habitación con la otra persona presente. Mantuvo la calma perfectamente. Era fría y calculadora y no recordaba haber perdido su cruel calma nunca. De todos modos estuvo tensa, alerta aunque sabía que no había nada que él le pudiera hacer. Estaba perfectamente a salvo y confiaba en que nada le pasaría.

—¿Me mandó a llamar señor? —preguntó ella.

—Sí —dijo él y suspiró abandonando su lectura y dejando el libro sobre su escritorio—. Tenía la esperanza de poder terminar este capítulo antes que vinieras pero veo que tendrá que esperar.

—Ya veo. Lamento interrumpirlo, si lo desea puedo esperar.

—No —dijo él y en menos de un parpadeo abandonó su lugar para estar detrás de ella—. Este asunto no puede esperar. ¿Alguna vez has leído un libro donde tú eres el personaje principal?

—Me temo que esa es una extraña pregunta señor. Por supuerto que no. ¿Usted sí?

—Ahora mismo lo que estaba haciendo. Intento comprender cómo pude ser tan ingenuo y débil al estar vivo pero aquel es otro asunto —dijo él paseando a su alrededor—. El asunto es que cuando me fijé en el nombre de la autora por alguna extraña razón pensé en ti, quizás porque la mataste junto con toda su familia además de destruir a su hija aunque aquello no venga al caso, y por eso te mandé a llamar.

—¿Por eso me llamó? ¿Porque leer un libro de una de mis víctimas le hizo pensar en mí?

—En efecto. Y en otras cosas que habías hecho. Y entonces pensé en que tu existencia es un desperdicio de oxígeno. Eres una cazadora.

—Le recuerdo que su esposa también se trata de una cazadora.

—Y así de molesta y odiosa es.

—Y la miserable chica loca que usted visita cada noche también lo es —dijo ella tranquilamente.

—He aprendido que existen diferentes tipos de cazadores y lamentablemente tú eres del tipo que no me gusta. Pero aquel tampoco es el asunto, ya lo arreglaremos más tarde.

—¿Entonces por qué solicitó mi presencia?

—Tenemos cuentas pendientes que ajustar.

—¿Piensa matarme? Dígame por favor por qué es. ¿Por matarlo a usted o por todo lo que le hice a la chica irlandesa? No estoy dispuesta a soportar esto. Cometió un grave error si creyó que podría conmigo.

—Para tu lamentable suerte aquella chica que ahora anda encerrada sufriendo por tu causa me enseñó que la muerte no es un castigo sino paz. No te mataré, tampoco te haré daño o te torturaré si es eso lo que andas temiendo. No te haré daño.

—Es bueno escuchar aquello.

—No te culpo por tus acciones, sé que las hiciste porque no hubo nadie que se haga cargo de ti nunca. Tranquila, ya no será así.

Ella respiró profundamente guardando su fría serenidad. Estaba de espaldas por lo que no lo vio morderse la mano para abrir una herida. Cuando sintió la sangre en contacto con el aire y supo lo que iba a hacer ya era muy tarde. Ella gimió con miedo cuando él estuvo detrás de ella y sostuvo su mano ensangrentada contra sus labios. No tuvo tiempo de temer, de entrar en pánico, siquiera gritar. Probó la sangre de él y su voluntad se rompió al instante. No opuso resistencia, se relajó y entregó totalmente mientras tomaba de su sangre.

Sus piernas cedieron, se arrodilló mientras saboreaba el cálido líquido. ¿Por qué nunca antes había probado sangre de monarquista? No pensó en lo que significaba lo que él le había hecho, no fue capaz. Gimió con dolor, como un cachorro herido, cuando él alejo apenas su mano. Ella levantó la vista y lo miró con absoluta devoción, lo tenía delante. Él sonrió de un modo oscuro ante lo que había hecho y acercó su mano, la sangre corriendo por su piel hasta caer al suelo. Ella se acercó y lamió con necesidad la punta de sus dedos.

—Mi señor —susurró.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora