Segunda Parte: Los desencuentros

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Observó casi con temor a la joven disparar. No había nada en aquella acción más que letalidad y violencia junto con una tiradora de una fría calculadora mente. En los últimos meses había aprendido a no ver nada en los cazadores, solamente personas sin sentimientos y sin cuidado por los demás o por la vida misma. Y aún no terminaba de aceptar que en algún momento estaría casado con una de ellos, una cazadora que como cualquier otra solo vivía para cazar.

Su fría mirada cuando lo atrapó observándola casi lo hizo temblar. Damon pudo imaginar perfectamente a ella disparándole una flecha a su garganta y dando en el blanco. Definitivamente se arrepintió de haber creído que la idea de verla e intentar pasar tiempo con ella lo ayudaría a aceptar tarde o temprano su compromiso era una buena idea. Jamás podría acostumbrarse a esos fríos ojos carentes de sentimiento o a una mujer que le llevaba más de diez años a pesar de lo que ella dijera sobre su edad.

—Me estás espiando —Dijo ella.

—Lo lamento señorita, no era mi verdadera intención espiarla —Dijo él.

—Puedes olvidarte de las formalidades, después de todo algún día seremos marido y mujer —Dijo ella y colgó el arco de su espalda—. Comprometida con un niño de apenas diez años, no puedo creerlo. Pero ya crecerás, y entonces no solamente dejarás de ser un niño sino que también serás un hombre deseado por muchas. Unos pocos años de soportar esta burla, comparado con lo que me espera, no es mucho.

—No es usted muy educada —Dijo Damon.

—Eres un sanador, un niño, nada más que un lindo título —Dijo ella—. No sabes hacer nada ni sirves para nada.

—No debería despreciar así el arte de salvar vidas —Dijo él—. ¿Acaso no ha escuchado nunca la historia de los cuatro hermanos fundadores?

—El arte de salvar vidas, eso es ridículo. Estos son unos tiempos difíciles, sobreviven aquellos que merecen hacerlo y los que no mueren —Dijo ella—. La vida es simple, vives o mueres, nada más.

—Entonces debería apreciar y agradecer el hecho de seguir con vida a pesar de su puesto de cazadora —Dijo Damon.

—No tengo nada que apreciar ni agradecer —Dijo ella.

—Tal vez pueda enseñarle a apreciar más la vida y todo lo que esta ofrece. Los pequeños momentos son los más valiosos. O podríamos simplemente hablar, nuestros padres creen que algo tenemos en común si han arreglado nuestro compromiso —Dijo él.

—Escúchame bien porque si hay algo que no soporto es la gente incompetente. Tus padres querían casarte y tú tienes un lindo título, nada más —Dijo ella—. Ahora hazme un favor y vete, vuelve cuando tengas dieciocho años.

—Es usted realmente muy irrespetuosa señorita —Dijo él molesto—. Detesto a los cazadores, no me resultan más que personas de falsas apariencias, insensibles y egoístas, tramposas y frías y calculadoras, y sin embargo estoy aquí pretendiendo que usted no me repulsa por ser una de ellos y comportarse como tal. Estoy intentando creer que esto va a funcionar en algún momento, o hacer que funcione, y todo solo para respetar los deseos de mis padres como se debe pero usted está haciendo esto realmente complicado y odioso. Lamento tener que decirle que por el momento no es de mi agrado.

—Quién lo diría, debajo de esa debilucha apariencia hay un poco de actitud —Dijo ella y se acercó a él—. No vuelvas a hablarme de ese modo o practicaré tiro al blanco contigo. Aprenderás a amarme, lo quieras o no, y entonces algún día te arrodillarás frente a mí y me pedirás por favor que sea tu esposa. Y aquello lo juro sobre mi vida, hasta que la muerte nos separe.

—No creo que sea mucho tiempo considerando el poco respeto que usted tiene por la vida —Dijo Damon de un modo desafiante.

—Será mucho querido, así que acostúmbrate a este rostro, acostúmbrate a esta situación y acostúmbrate a que desde el momento en que nos comprometieron pasaste a ser total y únicamente mío —Dijo ella—. ¿Tienes algo que decir al respecto?

—Espero que la muerte nos separe pronto, jamás me arrodillaré frente a usted o pediré su mano, no puedo siquiera considerar pasar un día en compañía de alguien como usted. Respeto la decisión de mis padres pero no la acepto y jamás sentiré algo por usted, sin importar cuanto tiempo pase —Dijo él.

—Aprenderás a amarme, y a tratarme como se debe —Dijo ella.

—Aprenderé a soportarla y usted, señorita, aprenderá que todo en la vida no es un buen título —Dijo Damon—. Que yo no soy solo un lindo título.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora