Capítulo 28

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Lizz pestañó ligeramente antes de despertarse. Ya era la mañana y el sol iluminaba la habitación. Si aquel hubiera sido cualquier otro día posiblemente hubiera salido por la ventana para correr una hora y luego volver para ducharse y salir pero en vez de eso prefirió quedarse en cama. Sonrió al encontrarse enseguida con la mirada de Damon, él estaba despierto y le devolvió la sonrisa.

—¿Qué miras? —Preguntó ella.

—Miraba a una cazadora en su estado más indefenso e inofensivo, al parecer confías demasiado en mí —Dijo él y se acercó más a ella—. Lástima que desaproveché la oportunidad, podría haberte hecho cualquier cosa.

—No lo creo —Dijo Lizz sonriendo.

—¿Por qué? ¿También hay un cuchillo debajo de esta almohada? —Preguntó él.

—Al menos de la mía sí —Dijo ella.

—¿Qué clase de mente sana duerme con un cuchillo debajo de su almohada? —Preguntó él.

—Mi mente nunca estuvo del todo sana, creo que eso ya lo sabes —Dijo ella—. Al menos no soy de meter la mano debajo de la almohada mientras duermo, a Riley siempre le sucede.

—Ustedes los cazadores están locos —Dijo Damon y le sonrió.

—Posiblemente —Dijo Lizz y suspiró—. Ojalá tuviera más tiempo.

—Ojalá no tuvieras que irte —Dijo él—. Te extrañaré, demasiado. Ailish, ten mucho cuidado, ir tras monarquistas no es un asunto sencillo.

—Lo sé, estaré bien —Dijo ella y se sentó—. Te prometo que tendré cuidado.

—Estás más protegida de lo que crees —Dijo Damon y se sentó también—. Estarás bien, un monarquista jamás sería capaz de hacerte daño.

—Pero ellas me intentarán matar con placer —Dijo Lizz—. Tengo mucho que considerar y mucho peligro que correr. No será sencillo. Ya bastante complicado me está siendo dejarte.

—Más complicado me está siendo a mí dejarte ir —Dijo Damon—. Ahora devuélveme mi camisa que es la que usaré hoy.

Ella rio pero de todos modos no se deshizo de la camisa, ni siquiera cuando Damon se quitó la suya y le reclamó que se la devolviera. Lizz rio con diversión y resistió cualquier intento de él por recuperar lo que le pertenecía. Jamás se lo admitiría a nadie pero ella era consciente de los hombres en su vida que la amaban y la cuidaban y quizás era por eso que le gustaba dormir con sus camisas, era su modo de aceptar su cuidado y tenerlos cerca.

Damon dejó de jugar con ella y la abrazó por atrás. Lizz giró el rostro para verlo y suavemente lo besó en la mejilla. Sostuvo sus manos apenas estas intentaron recuperar su camisa y lo detuvo nuevamente. Damon sonrió.

—No me obligues a quitártela por la fuerza, es mía —Dijo él.

—Déjame disfrutarla unos segundos más, es todo lo que tengo de ti —Dijo ella—. Es una lástima que no pueda llevar nada más que lo puesto. Ojalá pudiera llevar una parte de ti conmigo, así no estaríamos tan separados.

—Puedes —Dijo él y con su mano tocó la cadenilla alrededor de su cuello—. Te propongo un intercambio.

—¿Qué? —Preguntó Lizz y él se inclinó.

—Mi cruz por tu collar —Dijo él—. Así tendrás una parte de mí y yo tendré una parte de ti.

—No puedo aceptar eso, no de ti —Dijo ella—. No siendo consciente de lo que aquella cruz significa para ti.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora