Capítulo 24

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Lizz sonrió al sentir el aire puro del Otro Mundo en su rostro, la fresca brisa de la pacífica noche. Estaban en un punto no muy lejos del Lago Hin, a principios del Bosque de Ehin. La luz de la luna bañaba todo con un brillo plateado, las flores nocturnas estaban abiertas y soltaban su dulce aroma, los árboles se mantenían silenciosos y en paz. Damon la tomó por detrás, rodeando su cintura con ambos brazos para atraerla antes de depositar un suave beso en su mejilla. Ella rió al girar su rostro para mirarlo, no recordaba haberlo visto tan feliz, sus ojos brillando con tanta esperanza.

—Sabes que no tengo la menor idea de dónde estamos. ¿No? —dijo él.

—Las Tierras del Este son mis favoritas, y no por quién es su señor. Son hermosas y pacíficas, como un cuento de hadas. Las Tierras del Norte son peligrosas por los terrenos y el clima, las Tierras del Oeste están llenas de criaturas peligrosas y las Tierras del Sur son engañosas.

Lizz se dio vuelta para quedar de frente a él. Podía sentir perfectamente sus manos en la parte baja de su espalda, sus dedos acariciando su piel desnuda. Podría quedarse allí durante horas, disfrutar del momento, la noche, su compañía. No necesitaba nada más, no quería nada más.

—¿Estaremos bien aquí?

—Perfectamente. Ni siquiera me preocupa no tener mis armas aquí. No existe lugar más seguro y pacífico que las Tierras del Este, lo peor que puede suceder es que un zorro te robe la comida. Los cazadores llamamos al Bosque de Ehin Hykland. Es una palabra de lo Vynx, no tiene traducción en nuestro idioma. Significa un lugar seguro, un lugar al que puede ir y sabes que nada malo te pasará, en el que puedes exponerte totalmente y ser tú mismo, en el que siempre serás bienvenido y encontrarás algún camarada o alguien con quien pasar un buen rato. No es un hogar, es más que eso —dijo Lizz y sonrió—. Vamos, te enseñaré el lugar.

Ella tomó su brazo y tiró de él, ansiosa por mostrarle el lugar que tanto amaba y en el que había crecido la mayor parte de su vida. Siempre había considerado el Otro Mundo como un hogar para ella, aún más que su propia casa. Desde que había puesto un pie allí por primera vez a los cinco años no había dejado de adorarlo y era aquel entorno lo que la había ayudado a superar la mala suerte. Allí Lizz no era considerada débil o frágil, era la mejor en lo que hacía, era respetada por todos. No era una pobre chica que cargaba la mala suerte, era la mejor cazadora que había existido.

Se introdujeron más en el Bosque de Ehin. Todo tenía un encanto único en aquella parte y aún más de noche. Lizz fácilmente consiguió algo de comer, las ramas eran bajas y las frutas estaban al alcance de su mano. Algunas solo crecían en el Otro Mundo y llegaban a ser extremadamente deliciosas. Lizz le enseñó las propiedades de cada fruta, le separó las que eran seguras de comer de las que causaban efectos secundarios y las que era mejor no probar a menos que ya estuvieras acostumbrado a comerlas. Le mostró también algunas plantas y hierbas medicinales.

—Te dije que los cazadores sabemos cómo tratarnos nuestras heridas.

Cada vez que tomó algo pidió perdón y agradeció a la tierra como acostumbraba. Le preguntó si deseaba algo más, podrían buscar una fogata y fácilmente los cazadores le compartirían de lo cazado durante el día pero él se contentaba con simplemente las frutas y ella también. El tiempo no tenía sentido en el Otro Mundo, podía parecer eterno o correr demasiado rápido. Varias veces vieron o escucharon a criaturas, desde aullidos y extraños gatos grises del tamaño de un perro caminando por las ramas hasta pálidas figuras de driades o pixies volando entre las flores.

A veces incluso Lizz se detuvo y le enseñó a los cazadores que estaban escondidos, oscuras sombras que fácilmente eran pasadas por alto y estaban acechando alguna presa para cazar y comer luego. Ella le explicó que aquello era lo normal para ellos. Damon no necesitaba que le describiera lo silencioso y letal que podía llegar a ser un cazador acechando, él ya había sido una presa una vez y ni siquiera había tenido la oportunidad de saber lo que estaba sucediendo antes que una flecha le diera en el pecho cerca del corazón.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora