Afuera el sol lentamente bañaba todo con sus rayos mientras el amanece tenía lugar. Lizz se había levantado a primera hora solo para cambiarse y encontrar un buen lugar donde ver el amanecer, una ventana en cuyo borde sentarse para ver la belleza del Otro Mundo en el exterior. Increíblemente había dormido mejor que cualquier otra noche en los últimos días. Su corazón ya no dolía o estaba herido. Tenía esperanza de nuevo. Si el otoño no acababa con algo entonces la primavera no tendía nada que hacer, aquello le había dicho Lord Fae una vez que habían vuelto a la Corte y ella lo había comprendido luego de pensarlo unos minutos en solitario.
Suspiró y se fijó en uno de los anillos en su mano. Pensó en lo que Damon le había dicho y sonrió. Sostuvo el delgado anillo de oro blanco con un pequeño zafiro contra sus labios. Era una pieza antigua y delicada, increíblemente sencilla para haber pertenecido a una mujer hija única de una aristocrática y poderosa familia, a una maestre. Y ahora estaba en su mano. Lizz sonrió, había robado ese anillo de una caja fuerte oculta en la oficina de Elizabeth sin saber lo que realmente era, sin ser completamente consciente de su valor como ahora lo era.
—Luces mejor —dijo Liam sentándose a su lado y también mirando el exterior.
—Me siento mejor —dijo Lizz.
—Es bueno escuchar aquello, me tenías preocupado. Estás sonriendo.
—Estoy feliz —dijo ella con sinceridad.
No dejó de fijarse en el exterior pero fue consciente de cuánto complació su respuesta a su hermano y él también sonrió en respuesta. Lizz miró el brillante sol elevarse reclamando su dominio y desterrando a la oscuridad. Se había despertado para ver el amanecer por aquel motivo, para recordarse que la noche debía terminar en algún momento, la oscuridad llegar a su fin y la luz alzarse para reinar. Admiraba eso, el modo en que el día seguía adelante y siempre llegaba sin importar qué sucediera. El mundo siempre seguía adelante. Ella sabía que tarde o temprano, el sol siempre se elevaría en el cielo.
—Has salido durante la noche —dijo Liam.
—Nadie más se percató de eso —dijo Lizz.
—Soy tu hermano, sé cuándo te vas, lo siento.
—Apostaría todo a que eso tiene que ver con que seas mi mellizo.
—Tú aseguras haber sentido que estaba en peligro cuando Hunter fue por mí hace un año hermanita.
—No me trates de más pequeña —dijo ella y lo pateó consiguiendo que él riera.
—Soy tres minutos mayor que tú. Yo soy el hermano mayor.
—Pues yo conseguí la mayoría de edad antes que tú. Así que te callas. Solo porque ahora estemos en una situación más que jodida y haya pasado los últimos días comportándome como una inquietante chica enloquecida no significa que dejaré que me trates de más pequeña.
—Suenas más como tú —dijo Liam—. Has vuelto a ser tú por completo. ¿Qué hiciste anoche?
—Simplemente me senté, y hablé. Creo que tan solo necesitaba eso, que alguien me recordara que no puedo darme por vencida, que soy más fuerte que esto y no estoy sola.
—Temí que ya nadie pudiera hacerte entrar en razón de ese modo.
—Ya sabes lo que dicen, los malos hábitos nunca mueren. Tan solo necesitaba unos minutos con la persona correcta. Te pide disculpas por no haber pagado la cena, por cierto —dijo ella y su hermano se paralizó.
—Lizz...
—También te extraña aunque no lo ha dicho expresamente, sabes cómo es. Algo sobre que se aburre si no estás cerca para que te moleste —dijo Lizz y puso los ojos en blanco ante la expresión de su hermano—. Tranquilo, no estoy loca. Del mismo modo que Falco domina los deseos y Lady Gwe los miedos Lord Fae domina la ausencia. Quizás hubiera sido útil que alguien me dijera que el sujeto podía ver y hablar con muertos antes que lo etiquetara de perturbante.
ESTÁS LEYENDO
Presa (Cazadora #2)
AdventureLizz y Liam Dunne son miembros de la Sociedad, personas dotadas con diferentes habilidades para ser capaces de mantener la paz entre el mundo humano y el paranormal. Con solo diecisiete años, los mellizos han burlado a la muerte más veces de lo que...