Capítulo 25

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Liam se sirvió una taza de café y suspiró al sentir sus manos calentarse mientras la sostenía. Era inquietante el modo en que Lizz había hecho exactamente lo que había dicho y había conseguido y comprado una casa en cuestión de horas. Ella no le había dado muchos detalles pero al parecer Lizz había ofrecido pagar el doble de lo que los propietarios pedían a cambio que ellos se fueran ese mismo día, hasta les había pagado el servicio de mudanza. De ese modo ella había conseguido una casa a nombre de Liam y también había negociado para quedarse con los muebles que le resultaron de su interés. Cómo había conseguido tanto dinero en tan poco tiempo como para escoger una casa y comprarla en el acto era otro asunto. Liam había preferido no preguntar, de todos modos su hermana le hubiera respondido con una astuta sonrisa antes de decirle algo que seguramente le daría un ataque.

Había pasado algo así como un mes desde que todo había acabado. Continuaba habiendo algunos casos aislados de monarquistas por el mundo, Liam siempre prestaba atención cuando escuchaba al respecto, pero no eran una preocupación. Ahora que la Sociedad sabía cómo enfrentarse a ellos era cuestión de unos días para atrapar un monarquista una vez que sabían de él y matarlo. Ya no eran un problema, ya no más personas morían por su culpa. Su vida había pasado a ser tranquila, sin demasiadas preocupaciones además de las cotidianas que siempre le provocaba Lizz pero ella era así.

Ella había recuperado su puesto como cazadora de corte y la Sociedad había vuelto a pagarle por aquel trabajo de su parte. Lizz jamás lo admitiría pero Liam había comprendido que le gustaba haber recuperado su trabajo, volver a su pequeño nido en el juzgado desde donde vigilaba a los acusados y actuaba en caso de una emergencia. Le recordaba a otros tiempos, cuando su padre aún estaba vivo y presidía esos juicios. A veces Liam la iba a buscar cuando uno de los juicios terminaba y ella era libre, siempre la encontraba en el pasillo principal que llevaba al juzgado mirando el cuadro que estaba colgado en honor al gran juez de Dublín, a Brian Dunne. Una vez había creído verla llorar, él también había sentido sus ojos arder al ver el cuadro por primera vez, pero era difícil saberlo con Lizz.

Fuera de aquellos días en que la solicitaban como cazadora en la corte ella seguía haciendo de las suyas y pasando el tiempo en el Otro Mundo. Liam había recuperado sus habituales jornadas vigilando la ciudad para mantener el orden al tratarse de un maestre mayor de edad, Kaitlyn también. Ella seguía compartiendo piso con otro miembro de la Sociedad en el centro y salían juntos o se veían a menudo. Tenía entendido que Riley y Nicholas tenían alquilada una habitación en el Otro Dublín. Ellos se pasaban muy seguido por la nueva casa, entraban y salían constantemente sin que fuera posible saber de su presencia. Liam había aprendido a aceptar que los cazadores tenían algo con no utilizar la puerta principal y aparecer sin previo aviso caminando dentro de la casa. Le había ofrecido a Marcus de volver a vivir con ellos pero el chico se había negado, había preferido abandonar la Sociedad y conservar su actual trabajo en el Otro Dublín junto con el cuarto que alquilaba allí desde hacía meses.

Volver a armar una casa a partir de nada había sido un trabajo arduo que les tomó varios días. Se habían ocupado de poner las protecciones debidas, Lizz incluso había cambiado la cerradura de la puerta principal por una élfica. Ella aseguraba que no había cerradura más difícil de violar aunque nadie sabía de dónde había sacado una. Habían pintado algunas habitaciones aunque aquello había concluido en una guerra de pintura que terminó por costarles dos días de limpieza. Liam aún seguía lamentándose por todo lo que había quedado en la otra casa y se había perdido pero ya no había nada que hacer por eso. No había podido salvar nada, solo su sable. Lizz tampoco había podido salvar nada pero ella no se veía tan afectada, los cazadores no se apegaban mucho a ese tipo de cosas.

Poco a poco estaban logrando rearmar un hogar. Les tomaría tiempo superar lo vivido y olvidarse de ellos pero estarían bien. Liam era consciente que Damon tenía pesadillas bastante seguido pero Lizz siempre estaba allí para calmarlo y recordarle que él no era responsable ni culpable de nada. Ella también a veces tenía sus momentos de dolor pero su cuerpo ya no tenía marcas de ningún tipo causadas por mano propia. Liam luchaba contra el vacío, lo había perdido todo, pero lo que había ganado le ayudaba a no sufrir mucho por el pasado.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora