Tercera Parte: El juicio

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Liam se detuvo al pasar por la puerta de la biblioteca y ver a su padre dentro. Él estaba sentado en uno de los dos pequeños sillones y sostenía un vaso de whisky con su mano. Se sorprendió al encontrarlo allí a esa hora y al notarlo tan desolado. Miró su reloj solo para comprobar que eran pasadas las tres de la madrugada. Durante un segundo vaciló entre dejarlo o no pero no le quedó más opción cuando Brian levantó la cabeza y se encontró con la mirada de su hijo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Liam.

—Pasa —dijo Brian.

Liam entró en la habitación y se acercó hasta dejarse caer en el pequeño sillón al otro lado de la delicada mesita de té de su madre. Brian agitó su vaso unos segundos y luego tomó otro poco. Liam observó en silencio a su padre. Podía ver cada diminuto rasgo de él que lo delataba, desde la tensión en sus hombros hasta aquella imperceptible vacilación en la comisura izquierda de su labio que demostraba que estaba preocupado por algo.

—Estaba pensando —dijo Brian—. ¿Tu hermana?

—Ella está mejor —dijo Liam y Brian le sonrió ligeramente.

—Estaba preguntando por dónde está —dijo él y su sonrisa se ensanchó al tomar a Liam por sorpresa—. Nunca te olvides con quien estás tratando, aún te queda mucho por aprender. Puedes cubrirla cuantas veces quieras pero lo sabremos de todos modos. ¿Crees que sería posible engañar a un deductor y una scenarista? Engañar a tus padres ya es difícil, engañarnos a nosotros lo es aun más.

—Ok, ha salido hace unas horas pero volverá pronto —dijo Liam y Brian tomó otro trago.

—Parece como si le gustara morder los problemas —dijo él y rió tristemente—. Ella siempre me resultó tan frágil y delicada, creo que jamás podré aceptar lo que realmente es.

—Cualquiera que la haya visto durante sus primeros años no podría hacerlo. Pero ella es así y por eso nos oculta quien es, porque teme que queramos limitarla y prohibirle todo aquel riesgo que ella ama.

—Demasiado para mi gusto —dijo Brian y tomó un poco más—. No deberían sorprenderme sus sentimientos.

—Es rebelde y salvaje como cualquier cazador —dijo Liam y sus ojos se cruzaron con los de su padre.

—No me estaba refiriendo a eso. Ella tiene cierta tendencia a relacionarse con personas que no son de lo mejor.

—O quizás sí lo son y nuestros prejuicios y primeras apariencias nos ciegan. Riley no es tan malo, en el fondo es el mejor amigo que ella podría tener —dijo Liam y Brian suspiró.

—Ya lo entenderás en algún momento —dijo su padre—. ¿Liam, qué es lo más importante que un hombre tiene?

—Su honor.

—¿Qué es lo más importante que yo tengo? —preguntó Brian.

—Tu familia —dijo Liam.

—¿Qué es lo más importante que tú tienes? —preguntó él y Liam tuvo que pensarlo unos segundos antes de responder.

—Mi hermana.

—Entonces prométeme que la cuidarás de todo y de cualquiera que pueda hacerle daño. Si ambos permanecen juntos no habrá nada que pueda superarlos. Ustedes dos son únicos, son afortunados de tenerse el uno al otro. Ella es tan especial como tú pero el problema es que tú eres fuerte y tu condición te otorga más respeto. Ella adora los problemas y los problemas la adoran a ella —dijo Brian—. Debes protegerla de todo, siempre. Ella es lo más importante y lo único que realmente tienes en tu vida y es tu deber cuidarla y protegerla.

Liam lo miró en silencio. En aquel momento no entendió a qué se refería su padre, no lo entendería hasta meses después aquella trágica noche descubriera que no le quedaba nada más que Lizz y que ambos se necesitaban el uno al otro para seguir adelante. Aquella noche le prometió a su padre lo que había pedido, solo luego sería consciente de toda la verdad oculta tras lo que Brian había dicho. Siempre había cuidado de Lizz sin necesidad de que se lo pidieran pero aquella vez comprendió que si su padre se lo estaba pidiendo era algo serio.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora