Capítulo 3

9.3K 800 71
                                    

Las cadenas de sus esposas sonaron cuando él separó sus manos en un vano intento por liberarse. Sus muñecas le dolían al igual que el resto de su cuerpo por la mala posición en la que había dormido. Frunció el ceño y se contuvo de decir algo al respecto.

La celda en la que se encontraba era grande y un hombre en una esplendida túnica de oro y plata estaba del otro lado de los barrotes. Él era alto y sus orejas terminaban en punta al igual que las de cualquiera que Damon hubiera visto en esos últimos cuatro días. Su piel era tan pálida como su largo cabello rubio y sus ojos eran tan verdes como la naturaleza.

—Yo no maté a tu hija —Dijo Damon—. Ya no sé cómo demonios decirlo para que me crean y no soy un maldito monarquista.

—No tienes idea de con quien estás tratando. ¿No es así, niño? —Dijo él.

—Tengo más años de los que crees. Ahora déjame salir, soy inocente —Dijo Damon.

—Soy el rey Cilius, señor de la Corte y soberano de los Vynx. Y tú, mi torturado joven, fuiste encontrado culpable por crímenes contra los míos. Y ahora mi pequeña Shy está muerta —Dijo él.

—No me importa quién eres yo no la maté —Respondió.

—No te estoy acusando de asesinato, sino la pena sería diferente —Dijo el rey Cilius—. Aunque todavía no he decidido la pena por tus actos. ¿Alguna sugerencia? Siempre despiertan cierto respeto en mí los prisioneros que aceptan sus actos y proponen sus condenas.

—Déjame libre, yo no he hecho nada —Dijo él.

—Sé más de lo que crees Damon James Moore —Dijo el rey y él se quedó helado al escuchar su nombre—. Eres un libro abierto para mí y puedo ver todo. Sé qué ocupa tu mente y qué tortura tu alma. Conozco el nombre de tu condena y el que tú crees tu salvación. Soy consciente de cada cosa que has hecho a lo largo de tu vida y cada impulso o deseo que has tenido. ¿Las noches que pasabas robándoles vida a jóvenes inocentes realmente eran tan placenteras? Luchas por ser diferente y mantener el mal alejado. ¿Pero realmente no eres así?

—¡Calla! —Exclamó Damon.

—Eres como eres, no hay modo de cambiar aquello no importa cuanto te esfuerces. Conozco cada uno de tus pecados. Conozco el nombre de cada persona que ha muerto por tu culpa. ¿Cuántas jóvenes crees que sufrieron por ti? Pero la Providencia finalmente te hizo pagar por todos tus crímenes. Es irónico que hayas perdido y resultado herido en tu propio juego. Es imposible huir de lo que eres porque aún siendo humano una parte de ti deseaba todo lo que fuiste y ahora tratas de ocultar —Continuó el rey Cilius—. Conozco cada uno de tus oscuros secretos y deseos y sé quién eres realmente. Puedo ver dentro de ti y puedo ver sobre tu piel. Tu adicción se ve reflejada en las innumerables mordidas en tu cuello y en tus labios manchados con sangre. Tus manos tan solo muestran cuánto daño has causado. Tu corazón sufre a causa de la culpa. Debe ser horrible tener la misma edad desde hace tanto tiempo. Tu mente, por otra parte, es algo de lo más curiosa y retorcida. Y claro, no olvidemos tus sentimientos. Una persona que pone sus sentimientos sobre cualquier otra cosa y ahora esos mismos sentimientos te están matando.

—¡Padre!

El rey se detuvo al escuchar aquello y Damon suspiró con alivio antes de apoyar su cabeza sobre sus rodillas. Miró con odio las esposas que lo retenían y luego miró con odio al rey. La humedad del aire lo disgustaba y que todo estuviera hecho de piedra le resultaba demasiado tétrico.

Un joven se detuvo al pie de las escaleras que llevaban a la superficie. Estaba elegantemente vestido como si se tratara de alguno de esos príncipes de los siglos pasados. Cargaba una aljaba y un arco en su espalda. Su cabello oscuro estaba revuelto y sus ojos negros cuando miraron al rey.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora