Capítulo 7

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Sweec los guió por diferentes corredores y escaleras, todos iguales de sublimes y extraordinarios remplandeciendo de un impecable blanco. Los objetos eran absolutas obras de arte, desde asombrosas esculturas hasta increíbles arañas en el techo brillando como si contuvieran estrellas. El lugar era impresionante y Liam, Kaitlyn, Marcus y Nicholas quienes nunca habían estado en la Corte no dejaban de observar lo que los rodeaba completamente abstraídos y sorprendidos. Era simple saber que se trataba del ala Este de la Corte por el cálido e iluminado ambiente, calmo y vibrando con vida como la primavera.

—Apareciste en el momento justo Sweec, temí que tendría que atacarlos y aquello no me hubiera ayudado a que nos dejaran entrar —dijo Riley—. ¿Qué haces despierto a estas horas?

—Yo siempre estoy despierto —dijo él simplemente.

—Suerte —dijo Riley—. Y también que intervinieras.

—Vigilo los alrededores por la noche cuando mi señor descansa, es mi deber. Es muy tarde joven Riley, todos están durmiendo —dijo Sweec—. No sé si habrá notado que a excepción de esta zona el resto está a oscuras.

—Si, lo he notado —dijo Riley—. ¿Cómo supiste de nosotros?

—Mi señor insiste en que esté atento a cualquier posible noticia de su interés si sabe a lo que me refiero. Soy los oídos de este lugar cuando es necesario. Cuando escuché a alguien pronunciar el nombre de la señorita enseguida llamó mi atención y no tardé en acudir a ver qué sucedía —dijo Sweec—. ¿Puedo preguntar cómo han terminado en semejantes condiciones?

—Muy larga historia —dijo él—. Pero nos salvaste de tener que pasar la noche afuera esperando no ser presa de monarquistas. ¿Desde cuándo ellos están en el Otro Mundo? Eso no es posible.

—Al principio fueron casos aislados joven Riley —dijo Sweec—. Cuerpos que aparecieron con mordidas y sin sangre. Lo sospechábamos, lo sabíamos, pero no había ninguna prueba ni nada. Esta última semana la situación cambió radicalmente, ellos no dudan en caminar por estas tierras y el número ha aumentado demasiado rápido. Ha habido ataques, las tierras ya no son tan seguras. Estamos al borde de una guerra. Mi señor sabía que esto sucedería y sería inevitable pero ni siquiera él puede completamente con lo que está sucediendo. Y el desconcierto, la falta de conocimiento sobre por qué esta repentina expansión y agresión de parte de los monarquistas, tampoco ayudan. ¿Es posible saber la situación en su respectivo mundo?

—No muy diferente —dijo Riley—. Han sido... días difíciles.

—Ya veo. ¿Dónde se encuentra la señorita a todo esto? —preguntó Sweec y Riley no respondió—. Comprendo. ¿Y el señor Moore?

—Realmente no saben nada de todo lo que sucedió. ¿No es así Sweec? —dijo Riley con tristeza.

—Debe entender, joven Riley, que nos hemos visto afectados por esta situación demasiado pronto y hemos sido tomados por sorpresa por la gravedad del asunto —dijo Sweec—. No, no estamos al tanto de la situación en su mundo ni de los acontecimientos que los hayan involucrado los últimos días. Estamos muy ocupados intentando resistir de este lado. Usted sabe que los Vynx, por más de ser hábiles combatientes y guerreros, no llevan la violencia o el combate en la sangre. Ellos son pacifistas, mientras puedan evitar una guerra lo intentarán.

Él se detuvo y abrió un par de puertas dobles revelando una confortable sala de estar. Un gran hogar ardía con leña al fondo, las chispas bailando mientras se elevaban y se perdían. Las paredes estaban completamente tapizadas y el suelo alfombrado. Había mullidos y reconfortantes sillones repartidos por toda la habitación. Los colores de la naturaleza predominaban, todo tipo de marrones, verdes oscuros y colores vivos en bajas tonalidades. Sweec les hizo un gesto para que pasaran y ellos miraron anonadados el entorno sin saber mucho qué hacer o cómo comportarse. Apenas podían contenerse de desplomarse y descansar ya que debían cumplir cierto comportamiento decente y aún mas en el lugar en donde estaban.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora