Capítulo 22

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Damon se despertó al sentir que Lizz ya estaba despierta. Ella se apoyó sobre él con los brazos cruzados y lo observó. Sonreía, su cabello estaba despeinado y su ropa arrugada pero por primera vez él vio real felicidad en su rostro y entonces también sonrió. Sus brillosos ojos azules ya no eran cuidadosos ni sumisos y hasta parecía ansiosa y entusiasta. Como siempre que estaba feliz, como debería estarlo siempre.

—Increíblemente hoy estará soleado —Dijo ella—. Es una buena señal.

—Estás feliz, eso es una buena señal —Dijo él y la sonrisa de ella solo se ensanchó.

—No lo creas tan fácil, te sorprendería la cantidad de veces que he estado feliz y las cosas no han salido de lo mejor —Dijo Lizz.

—Eso no importa. Es la primera vez, desde que estoy aquí, que te veo así —Dijo Damon.

—Sabes que me tengo que ir, ahora —Dijo ella—. Falco vendrá en menos de media hora por ti y no puede verme ni saber que estuve aquí. Tu juicio es en poco más de una hora.

—Y se supone que yo no sé nada al respecto —Dijo él—. Porque ya estoy al tanto de que el jurado estará formado por representantes de las criaturas y cubrirán el asunto diferentes medios.

—Lo siento, es todo lo que sé —Dijo ella—. Se han tomado muy en serio eso de mantener el asunto en secreto y es difícil adelantarse a Ariane o Xavier, aún más cuando trabajan juntos. Pero todo saldrá bien, lo sé. Tan solo confía en mí.

—Nunca he dejado de hacerlo —Dijo él.

—Entonces créeme cuando te digo que estaré allí —Dijo ella y se puso en pie de un salto—. Tengo que ir a prepararme, me llamarán veinte minutos antes para decirme que debo presentarme.

—Entonces te pondrás otra vez ese horrible uniforme. He aprendido a odiarlo con el tiempo —Dijo Damon y se apoyó sobre sus codos.

—Es el reglamento y lo quiera o no tengo que cumplirlo. Ya bastantes problemas he tenido el otro día cuando me reuní con Xavier y notó que mi lazo era azul y no negro como debe ser —Dijo Lizz.

—¿Qué sucedió aquella tarde? —Preguntó él.

—Me amenazó. Me dijo que si no respetaba las reglas de su juego me daría una vida miserable y además me amenazó con tocar a mi hermano. Gran error. Estuve siendo todo este maldito tiempo paciente y obediente, me comporté exactamente como Falco me dijo para no molestarlo pero Xavier se ha pasado de la raya esta vez. Él no sabe con quien se ha metido y no tiene una idea de lo que soy capaz de hacer. Las personas que me subestiman ya se pueden dar por vencidas —Dijo ella.

—Estás jugando con el mejor estratagema que tiene la Sociedad —Dijo Damon.

—Y él está jugando conmigo, no sabe con quien se metió —Dijo Lizz y arregló su cazadora—. Tranquilo, sé perfectamente con quien estoy tratando. Son ellos quienes no saben con quién se metieron. Por cierto, tengo algo para ti.

—¿Qué? —Preguntó él y ella tomó un diminuto frasco oscuro y se lo lanzó.

—Será mejor que no desperdicies ni una sola gota, no tienes idea de lo que me costó conseguirla —Dijo Lizz y Damon arrugó apenas la nariz al abrirlo y olfatearlo—. Lo sé, la sangre de sílfide no tiene el mejor sabor comparado con la humana.

—¿Cómo conseguiste esto? ¿Tienes idea de lo imposible que es conseguir sangre de sílfide? —Preguntó él perplejo.

—Bueno, soy Lizz Dunne, me especializo en lo imposible —Dijo ella—. Tengo entendido que en cuanto a lo que proporciona no hay mejor sangre que la de sílfide. Un amigo me pasó el dato. Él... se especializa en estudios de la sangre y como esta afecta a diferentes personas y seres. Y sí, lo sé, tomar no proporciona lo mismo que una mordida. Es lo máximo que pude conseguir, no pude retener mucho más a la sílfide.

Presa (Cazadora #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora